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Rastros coloniales en el “renacimiento psicodélico”

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Diana Negrín es geógrafa y curadora que desde el 2001 ha llevado a cabo investigaciones etnográficas y de archivo con un enfoque principal en el territorio wixárika del occidente mexicano. Es Directora Asociada de Chacruna Latinoamérica en México.

En abril participé en la conferencia virtual, Psychedelic Liberty Summit (Cumbre de la Libertad Psicodélica) organizada por Chacruna, donde participantes de pueblos originarios de Colombia, Brasil y de varias naciones indígenas de los Estados Unidos discutieron sus preocupaciones sobre los movimientos para la despenalización y la expansión de los usos de las medicinas sagradas. Dichas medicinas y las prácticas culturales que han mantenido su uso seguro y sustentable son, ahora más que nunca, consumidas por un público global y muchos pueblos originarios denuncian que las medicinas son explotadas mientras continúa el saqueo de sus territorios para otros productos de consumo global como son los minerales, los hidrocarburos y la ganadería.

Gran parte de la comunidad psicodélica se estremece ante la idea de que sus prácticas podrían ser etiquetadas como explotadoras, insostenibles o no éticas.

¿A qué se deben estas críticas por parte de investigadores indígenas? Gran parte de la comunidad psicodélica se estremece ante la idea de que sus prácticas podrían ser etiquetadas como explotadoras, insostenibles o no éticas. Muchos se preguntan la razón por la que se están erigiendo barreras raciales y étnicas en torno a los usos legítimos e ilegítimos de lo que se conocen como plantas sagradas, medicinas ancestrales o enteógenos. Antes de continuar, quisiera señalar que existe una gran variedad de comunidades no indígenas o mestizas que interactúan con estas medicinas fuera de las plataformas más problemáticas que menciono en el presente escrito. Más bien, el propósito de la presente crítica es llamar a que se tomen en cuenta las vulnerabilidades ecológicas y sociales que se dan a causa del creciente interés por estas plantas conforme son promovidas e insertadas en distintos escenarios culturales y geográficos.

Clausura del Congreso Plantas Sagradas en las Américas. Foto cortesía de Chacruna, 2018.

La realidad para observadores indígenas y para muchos quienes nos dedicamos a la defensa de los derechos ambientales y humanos es que el consumo de estas plantas refleja relaciones de poder arraigadas a un orden racial creado a través del colonialismo y la destrucción continua de los hábitats endémicos de estas plantas por distintas olas y formas de extractivismo. En otras palabras, prácticas que parecen ser benignas por su enfoque terapéutico o recreativo están poniendo en peligro las mismas plantas que exaltan.

Por $1200 dólares puedes disfrutar una ceremonia de dos días con peyote nombrada “Enseñanzas de Don Juan” y organizada por un polaco con la protagonización de un “chamán Huichol” en el confort de un hotel en Cancún.

La cosificación de los sagrado y la destrucción del territorio

“Tu experiencia de una auténtica ceremonia con peyote incluye camping en el desierto”. San Miguel de Allende a Real de Catorce, ida y vuelta. Precio no listado. Recomiendan un sombrero para el sol. Tulum, Cuenca, Iquitos, la selva de Costa Rica, Barcelona, el desierto de Nuevo México. Todos estos son lugares que puedes visitar para vivir los poderes sanadores de las medicinas sagradas. Por $1200 dólares puedes disfrutar una ceremonia de dos días con peyote nombrada “Enseñanzas de Don Juan” y organizada por un polaco con la protagonización de un “chamán Huichol” en el confort de un hotel en Cancún. Si buscas algo más económico en otro rincón de la Riviera Maya, en Tulum una joven quien se auto identifica como curandera ofrece ceremonias con peyote acompañadas por “cantos wixárika” por solo 45 euros. Y al sur de la frontera mexicana se promueve una gran variedad de retiros, algunos que incluyen el uso contiguo de ayahuasca, San Pedro, peyote, kambô, y rapé. Escoge una medicina o varias, es un bufet de ecologías y culturas intercambiables, administradas por personas quienes ofrecen resúmenes sobre su trayectoria guiando ceremonias con “medicinas ancestrales”.

las mujeres son atractivas, hay temascales y tipis, cantos, eco-aldeas, yoga, masaje, y comida vegana.

Desde plataformas como Instagram hasta sitios en línea para retiros alternativos, estas plantas y las prácticas culturales que promueven su uso están a plena vista: las mujeres son atractivas, hay temascales y tipis, cantos, eco-aldeas, yoga, masaje, y comida vegana. Parece un menú estandarizado para un público móvil, ciertamente más adinerado pero “alternativo”.

El cliché persiste: vivimos en un mundo en búsqueda de la sanación psicológica y muchos de nosotros vivimos en sociedades y dentro de culturas que no nos ofrecen las respuestas para nuestras crisis. Como mujeres, continuamos sintiendo la opresión y el deseo para la liberación y la conexión espiritual; como ciudadanos urbanos deseamos salud y un paisaje más allá del asfalto. Suena como una repetición del primer boom psicodélico de la década de 1960. Cincuenta años más tarde, la búsqueda existencial continúa, y una vez más las prácticas culturales de los pueblos originarios son entendidas y consumidas como formas alternativas de ser y estar en el mundo y con el planeta. Ciertamente, el segundo boom ha llegado, pero temo que es un boom peligroso por despertar intereses empresariales, patentes, y bioingeniería, además de una comunidad de buscadores mucho más móvil (por lo menos antes del COVID).

Peregrinos se detienen a rezar en Wirikuta. Foto de Juan Negrín, 1979. Cortesía del Centro de Investigación Wixárika.

Tomando todo esto en cuenta, ¿qué significa la compra y venta de estas plantas sagradas? ¿Cuáles son los impactos de transportar medicinas ancestrales a través de distintas geografías? ¿Y cómo es que aquellos quienes dirigen estas actividades utilizan nociones de ‘lo indígena’, y a menudo la participación y co-facilitación de asociados indígenas, para añadir valor a sus círculos y retiros, sin tomar en cuenta cuestiones de autenticidad, conflicto o poder?

Como estudiante de la historia del territorio y de la cultura wixárika, he seguido y participado en los esfuerzos para proteger el territorio sagrado de Wirikuta de la devastación que causan megaproyectos como la minería y agroindustria. Es aquí, en el Desierto Chihuahuense donde crece el peyote de forma endémica. Sin embargo para gran parte del público consumidor global, estas medicinas están desligadas de sus hábitats, y este mero hecho las pone en peligro. En el caso del peyote, no solo hace falta la comprensión del contexto que peligra su crecimiento desde Texas hasta San Luis Potosí, también se necesita respetar su ciclo lento de crecimiento. Por lo general, la condición del peyote es abstraída por un lenguaje de plenitud porque es la plenitud lo que desea el buscador. Por otro lado, para los pueblos originarios que utilizan estas medicinas existe una relación estrecha entre estas plantas sagradas y las geografías históricas y espirituales a las que están arraigadas. El territorio y la cultura no pueden ser abstraídos tan fácilmente.

Desde el 2010, el Área Natural Protegida de Wirikuta y su región colindante en el Altiplano Potosino ha visto los cambios al paisaje suscitados a través de macro prácticas como la minería—cuyos daños son amplificados por el cambio climático—y a través de micro prácticas, como la sobre extracción del peyote. Aquí es importante señalar la importancia de impactos a escala, pues los gasoductos y las hueveras industriales presentan daños inmediatos al suelo, mientras que los efectos de la minería tardan un poco más en manifestarse, pero permanecen en el agua y la tierra durante generaciones. De esta forma, la extracción del peyote por ‘hipis’ no es tan preocupante; no obstante, investigadores están comenzando a demostrar que la extracción del peyote también es impulsada por un consumo global de la planta en polvo que le permite viajar distancias más largas, hasta las fiestas de la elite en Ibiza y una variedad de ceremonias y retiros a lo largo del continente americano.

Como afirmó el abogado wixárika, Santos Rentería, durante el Congreso de las Plantas Sagradas en las Américas en el 2018, el peyote es parte de “un todo”; no es meramente una planta, es un ser que pertenece a un paisaje ecológico y cultural milenario. Todos los elementos que afectan al peyote también afectan a su entorno natural. Como resultado, tanto el paisaje como la planta individual son amenazados, y su conservación debe atender este factor simbiótico. La lucha para la protección de la biodiversidad del Desierto Chihuahuense está profundamente relacionada con la conservación a largo plazo de la geografía del peyote; en sí la fuente más rica del conocimiento espiritual.

No obstante, hasta la fecha, no solemos mencionar que las violencias perpetradas por estructuras coloniales y capitalistas de poder económico y político son acompañadas por sus contrapartes que se exhiben en el asombro, la curiosidad, y hasta el deseo mismo por la ‘otredad’ que presentan las culturas originarias.

Un llamado a la horizontalidad y la descolonización

Como escribió Eduardo Galeano hace unos 50 años, a través de los territorios indígenas de América corren las mismas venas que han vivido bajo acoso durante siglos. No obstante, hasta la fecha, no solemos mencionar que las violencias perpetradas por estructuras coloniales y capitalistas de poder económico y político son acompañadas por sus contrapartes que se exhiben en el asombro, la curiosidad, y hasta el deseo mismo por la ‘otredad’ que presentan las culturas originarias. Esta otra cara se muestra en los ampliamente documentados (mal)usos de plantas y tradiciones sagradas indígenas y ha llegado la hora de que el público interesado en estos temas haga un espacio, escuche, y respete las perspectivas y la autonomía de los pueblos indígenas ante este tema.

Retomo las palabras de Aukwe Mijarez del Consejo Regional Wixárika en la clausura del Congreso de las Plantas Sagradas de las Américas cuando nos recordó que, como wixárika, no encontrar peyote durante una peregrinación es enfrentarse a la tristeza más profunda, significa la incapacidad de cumplir con los ancestros y reproducir las bases que sustentan la vida colectiva: “¡Más que una planta, se trata de la sobrevivencia de un pueblo! No queremos disfrazarnos para ser gente exótica y para que nuestra cultura se prostituya y venda, queremos defenderla!”

Ilustración por Mariom Luna. Inspirada en Una comunicación mística con el Kieri de Guadalupe Gonzales Rios, 1973. Cortesía de la Colección Familia Negrín.

¿Cuál es entonces el peligro de una red creciente de consumidores ante esta escasez?

Quisiera sugerir que el interés global por estas medicinas requiere un momento de pausa y educación para poder entender las huellas ecológicas y culturales que acompañan el consumo de plantas medicinales y sagradas.

Quisiera sugerir que el interés global por estas medicinas requiere un momento de pausa y educación para poder entender las huellas ecológicas y culturales que acompañan el consumo de plantas medicinales y sagradas. Varias organizaciones e individuos llevan décadas de investigación, defensa, y cuidado de estas plantas a través de diferentes perspectivas culturales y en diferentes puntos geográficos. Ellos señalan que ahora más que nunca, el modelo biocultural promete una conservación y restauración ecológica que integra diversos saberes complementarios y un mayor equilibrio en la relación entre seres humanos y el medio ambiente. El modelo biocultural significa defender los territorios a los cuales pertenecen estas medicinas sagradas a la vez de respetar el conocimiento de los pueblos indígenas que mantienen la memoria viva basada en generaciones de inversión en el estudio y uso de estas medicinas.

Sin duda, existe la necesidad urgente de sanación psicológica y física para un grupo mucho mayor de personas que actualmente no tienen acceso a los potenciales que ofrecen algunas de estas medicinas. Esto también nos presenta problemas de equidad. Afortunadamente, esta cuestión es atendida por una red de personas que conocen los beneficios de estas medicinas para la sanación psicológica y física dentro de comunidades originarias y entre doctores e investigadores de diversas etnias que tienen un compromiso fuerte para priorizar el acceso a estas medicinas para sectores vulnerables con altos índices de trauma. Estas poblaciones deben de ser parte central de cualquier conversación sobre la despenalización y la conservación de estas plantas. Ante todo, las comunidades indígenas, sus autoridades tradicionales y sus órganos representativos nunca deben de usurparse ni ser circunvalados para avanzar iniciativas para cambios a reglamentos en torno a los usos de estas plantas sagradas y su expansión a comunidades no indígenas.

Finalmente, es importante reconocer que aquellas personas que llegan a tener la habilidad de ser curanderas o curanderos lo logran casi sin excepción a edades avanzadas que les permite haber cursado el aprendizaje tradicional y superado arduas disciplinas y sacrificios personales. En el ahora denominado “renacimiento psicodélico” y bajo las condiciones legales actuales resulta demasiado fácil ser curandero y oficiar medicinas lo cual conduce a la sobre extracción de medicinas sagradas, la difamación de tradiciones indígenas y, en algunos casos, daños a la salud.

A través de nuestras diferencias, existe esperanza si podemos estar de acuerdo con algunos de los siguientes planteamientos:  1) proteger los hábitats que son los hogares de estas plantas y de estos animales medicinales y, a través de la movilización social y política, poner en marcha esfuerzos contundentes para la conservación y restauración de estos territorios; 2) crear y difundir educación cultural y ambiental para que el público comprenda y respete las normas en torno a la especificidad de cada medicina, su historia, y el contexto cultural que nutre su estudio, conservación y uso; y 3) priorizar las prácticas que provienen desde un lugar de humildad, colaboración y horizontalidad para evitar daños a la ecología, la cultura y la salud.

Aquellos de nosotros quienes participamos en estas discusiones o prácticas debemos de esforzarnos para comprender que la colonialidad está basada en el desplazamiento, la apropiación y la distorsión de los territorios y de las culturas aborígenes. La descolonización solo puede comenzar cuando escuchemos y trabajemos cuidadosamente hacia modelos colaborativos y a través de nuestras diversas geografías e identidades siempre con el pleno reconocimiento de la autonomía y del conocimiento cultivado por las comunidades indígenas quienes han sido los principales guardianes de estas medicinas.

Ilustración por Karina Alvarez.

Este artículo fue publicado originalmente en Chacruna

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