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Yvonne Negrin. Despertares en la era de los “sesentas psicodélicos”

Nueva York fue el cimiento que alimentó la curiosidad de Yvonne; la llevó a los nodos de producción artística en Manhattan y luego al Área de la Bahía de San Francisco donde conoció a su compañero de vida, Juan, y continuó la experiencia de vincular estados alterados con compromisos cada vez más profundos con el arte.

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Diana Negrín es geógrafa y curadora que desde el 2001 ha llevado a cabo investigaciones etnográficas y de archivo con un enfoque principal en el territorio wixárika del occidente mexicano. Es Directora Asociada de Chacruna Latinoamérica en México.

“If you can just get your mind together

Then come on across to me

We’ll hold hands an’ then we’ll watch the sun rise from the bottom of the sea.

But first,

Are you experienced?

Have you ever been experienced?

Well, I have.”

“Are you Experienced?” Jimi Hendrix (1967)

En Estados Unidos, la década de 1960 es caracterizada por una convergencia cultural y sociopolítica de tal magnitud que jóvenes de la posguerra de varias procedencias dieron un giro y exploraron nuevas formas de convivencia, de creación cultural y de pensamiento político. Ciertamente los psicodélicos fueron una parte importante de este valiente salto generacional justo en un momento en que la hegemonía de los Estados Unidos atacaba los preceptos de los derechos humanos en el extranjero y usaba todas las armas a su alcance para suprimir la inconformidad política y las luchas por la justicia racial a nivel nacional. El dominio absoluto de la supremacía blanca, el patriarcado y la guerra permanente se vio debilitado por los nuevos espacios para la vida social donde a veces los psicodélicos desempeñaban un papel auxiliar, si no es que catalizador. Mi madre, Yvonne Negrín, nacida da Silva, fue una de las innumerables mujeres jóvenes que se encontraron mirando a través del espejo de este momento cultural, ayudada por la singularidad de la época y dos geografías notables: Nueva York y California.

Nacida en 1947 en White Plains, justo al norte de la ciudad de Nueva York, Yvonne fue criada por lo que podría llamarse padres ejemplares de la era posterior a la Segunda Guerra Mundial. Su padre, Alexander Da Silva, nació en Brooklyn, hijo de inmigrantes luso-brasileños y fue uno de las decenas de miles de hombres que fueron a la guerra a principios de la década de 1940 y encontraron su campo de batalla en los campos de concentración alemanes. Regresando de la guerra, Alex trabajó como cartero de tiempo completo, podando árboles ocasionalmente junto con la reparación de puertas de garaje y televisores. La madre de Yvonne, Martha McGuire, era de un rancho de Ohio y se mudó a Stanford, Connecticut durante la guerra. Allí, ella y sus hermanas fueron a trabajar en PerkinElmer, donde producían ópticas de precisión. Una vez casados, Alex y Martha pronto se mudarían más al norte del estado de Nueva York a Ossining, donde criarían a Yvonne y sus tres hermanos menores. Yvonne describe a su familia como una de clase media y muy “típica” de la época: las y los niños tenían amplia libertad para jugar libres, mientras que los padres iban a sus empleos respectivos y las madres laboraban en casa, reflejando el formato idealizado de la ‘familia nuclear’.

Yvonne Negrín, de 12 años (última fila a la izquierda), de pie con sus hermanos menores y niños del vecindario. Ossining, Nueva York, 1959. Cortesía de Yvonne Negrín.

Si bien sus padres siempre fueron progresistas en su pensamiento político, ella y sus hermanos eventualmente cuestionaron su educación conservadora y católica. Para Yvonne, los primeros elementos que perturbaron aquel momento cultural aún innombrable llegaron a través de su conexión con la música durante la adolescencia:

“Creo que simplemente me di cuenta de la realidad de las cosas, me metí en la música folk, creo que Bob Dylan fue una gran inspiración y Joan Baez. Las canciones que escribieron o cantaron, los temas que plantearon sobre las injusticias; había mucho para alimentar mi pensamiento. Crecí en una situación bastante segregada. No recuerdo si tuvimos un solo estudiante afroamericano en la escuela católica a la que fui, había muchos católicos italianos e irlandeses.

Y luego, cuando tenía unos 15 años, conocí a Sonny Sharrock, que era guitarrista, trabajaba en la tienda de discos en Spring Street en Ossining y solía venderme mis discos de 45 RPM. Mucho de lo que compraba era Motown, pero él fue quien me dio mi introducción al jazz y me presentó a la gente con la que comencé a salir. Cuando tenía 18 años, me mudé de la casa de mis padres a un departamento y recuerdo que Sonny me hizo escuchar a John Coltrane y comencé a ir a Manhattan con un amigo suyo que también era de Ossining… fuimos a lofts donde los músicos de jazz se reunían para tocar y esa fue mi introducción al jazz y la cultura negra y formé algunas amistades muy cercanas y muy buenas.

Entonces, entre la escena de la música folclórica y la escena del jazz, todo realmente me abrió la mente. Creo que la primera vez que fumé marihuana fue escuchando “Ascension” de John Coltrane. ¡Eso fue una revelación! Luego me mudé a Manhattan, al Lower East Side, donde sucedieron muchas cosas durante esos años. Conocí a mucha gente, entre ellos Abbie Hoffman, que fue muy interesante, y Frank Zappa.”

Fue así como Yvonne pasó de escuchar a Mary Wells y Marvin Gaye a probar sus propias habilidades tocando música popular folclórica en la guitarra, sintiéndose cada vez más atraída por la experimentación musical y los comentarios políticos que los artistas emergentes estaban impulsando en el corazón de la ciudad de Nueva York.

Estamos hablando de los Estados Unidos de 1965, un año que comenzó con la toma de protesta del presidente Lyndon B. Johnson y el asesinato de Malcolm X; continuó con el despliegue de tropas de la Marina de los Estados Unidos en Vietnam y el ataque de la Policía Estatal de Alabama en Selma, conocido como “Domingo Sangriento”. Los álbumes musicales más exitosos del año incluyeron Rubber Soul de The Beatles, Highway 61 de Bob Dylan, Farewell, Angelina de Joan Baez y A Love Supreme de John Coltrane. Yvonne fue una de las muchas jóvenes valientes que se mudaron a la llamada Gran Manzana. En su caso, consiguió un trabajo en la revista Look y se aventuró a los encuentros y mítines en Central Park, los épicos conciertos del Fillmore y los pequeños bares de jazz donde siguió penetrando el corazón y el alma de los “sesentas psicodélicos”. No fue poca cosa para una mujer joven de un hogar católico ser parte de esta transformación contracultural, creer sinceramente en el, y llegar a ser una mujer madura dentro de este contexto.

Ciertamente, la marihuana ya había sido profundamente criminalizada y caracterizada como la antítesis de la familia blanca, nuclear y trabajadora, donde las nuevas recetas de comida enlatada y los cócteles y cigarrillos eran los estimulantes permitidos. Durante los siguientes tres años, Yvonne vivió en el Lower East Side y navegó por espacios donde observó el uso de varios psicotrópicos, desde las metanfetaminas y tranquilizantes como la heroína, hasta el uso cada vez más popular de psicodélicos como LSD, STP1 y DMT2. Ella recuerda que eran los niños de las familias blancas de clase media y alta quienes usaban psicodélicos. La mayoría de sus amigos en los círculos de jazz rara vez los tocaban; esto incluye sus recuerdos del músico vanguardista, Sun Ra, que era su vecino y a quien recuerda por sus excentricidades, recalcando que alguien como el no necesitaba la estimulación de los psicodélicos para llegar a sus creaciones artísticas y formulaciones políticas. Sin duda, Yvonne enfatizó que “hubo mucha experimentación en general con o sin psicodélicos, la gente estaba experimentando, la gente que te acompañaba, todos estaban siendo creativos”.

Comienzos independientes en el Lower East Side, Manhattan, Nueva York, 1967

Como mujer joven e independiente, el escenario y el entorno del uso de los psicotrópicos se establecieron rápidamente como factores importantes:

“Mi primer viaje con LSD fue con el ácido de Sandoz y me lo dio un tipo que conocí. Su interés era seducirme, lo cual no funcionó, me molesté mucho. Estaba interesada en probar el LSD, había oído hablar mucho de él pero desconocía las intenciones de este tipo. Y así, a la mitad del viaje me salí de su departamento y me fui caminando a casa totalmente viajada, caminando por el Lower East Side. Y de camino a mi casa me detuve en The Annex, que era un bar que estaba cerca de mi casa, quería tomar algo, un vaso de agua, tenía sed y un conocido comenzó a coquetear conmigo y fue como una pesadilla. Eventualmente llegué a casa y una vez que estuve en mi propio espacio, me sentí bien. Más tarde sentí que el LSD era útil para la reflexión, la reflexión interior. Recuerdo haber decidido en ese primer viaje que realmente no me gustaba la idea del maquillaje. Recuerdo que durante un momento me miré en el espejo y parecía que mi rímel de pestañas estaba realmente amplificado. Dejé de usar maquillaje después de eso. Fue la idea de quitar las capas de una fachada y llegar a mi esencia, a quién era realmente”.

Este fue el comienzo del trabajo intuitivo y muy personal de Yvonne con los psicodélicos.

Las y los jóvenes experimentaron en reuniones en parques, en los conciertos y en sus departamentos en la ciudad; muchos de estos jóvenes participaron en las protestas continuas en contra de la guerra en Vietnam y la segregación racial. Yvonne recuerda con cariño The Diggers, el grupo dentro del cual participaba la figura de la contracultura y activista Abbie Hoffman. Recuerda las reuniones a las que asistió y a las que no asistió que marcaron el comienzo de una ola más radical de movimientos sociales y la subsiguiente represión del gobierno de Estados Unidos contra los líderes activistas.

El uso experimental de las drogas se desarrolló paralelamente a los eventos que sacudieron a la sociedad y la política dominante, pero la emoción de la apertura de nuevas puertas filosóficas comenzó a cerrarse cuando muchas personas empezaron a usar dosis más altas de psicodélicos y a experimentar los infames “malos viajes” y flashbacks:

“Entonces STP llegó a la escena, y fue interesante porque la gente estaba teniendo viajes muy pesados ​​con STP, fue como un viaje psicodélico amplificado; no solo estaban teniendo viajes intensos, sino que también tenían flashbacks descontrolados. Tenía mucha curiosidad acerca del STP y la única vez que lo tomé fue en la ciudad de Nueva York mientras tenía mi último departamento allí. Quería probarlo, pero siendo la chica conservadora que era, decidí: “voy a probar solo un poco de esto”, así que rompí la tableta en cuatro pedazos y tomé un cuarto de dosis, y tuve una experiencia absolutamente maravillosa. ¡Un gran viaje! Y muchos, muchos años después, estaba hablando con Sasha Shulgin y le pregunté por qué tanta gente estaba teniendo viajes tan horribles con STP y le dije que yo había tenido un viaje maravilloso, pero le dije que solo había tomado una cuarta parte de una tableta. Él dijo “bueno, en realidad tomaste lo que todos deberían haber estado tomando”. ¡La gente estaba tomando una sobredosis de STP! Y ese era el problema, ya sabes, incluso con LSD, pasó de ser tabletas de 125 microgramos a 250 mics, y luego 500 mics. Eran tabletas divisibles, pero la gente tomaba las 500 completas y se quedaban boquiabiertas”.

Además, Yvonne recuerda la forma en que las metanfetaminas y la heroína crearon “almas perdidas” y cómo Nueva York “deterioró” con violencia y una atmósfera social generalmente fría. En contraste, California figuraba como un paraíso soleado y en 1968 Yvonne viajó al occidente y comenzó a vivir del otro lado del puente de San Francisco en el pueblo de Lagunitas con la cantante de blues Kathy McDonald, quien a menudo cantaba con Big Brother and the Holding Company y Janis Joplin.

“Durante esos años, San Francisco era un lugar realmente emocionante en la escena musical, y eso se extendía a la escena psicodélica, porque los psicodélicos realmente estaban en su apogeo en el Área de la Bahía. Realmente amaba la música y estaba interesada en ser un ingeniero de sonido y me sentaba con Dan Healy, quien mezcló los primeros álbumes de Grateful Dead, Steve Miller y Van Morrison. Me sentaba en la sala de sonido y vi cómo muchos álbumes fueron grabados”.

Yvonne inicia un nuevo capítulo en California, Berkeley, primavera de 1968. Cortesía de Yvonne Negrín.

En el Área de la Bahía, Yvonne conoció a su futuro esposo, Juan Negrín (Ciudad de México 1945-Oakland 2015), quien compartía el interés por la transformación política y cultural que parecía estar en marcha. Juan también había venido de los clubes de jazz de Nueva York y era optimista sobre el potencial que podría tener el LSD para ayudar a las personas a encontrar una conciencia política y espiritual más profunda. Durante ese tiempo, Yvonne se hizo amiga del químico psicodélico Alexander (Sasha) Shulgin. Sasha era activo en el campus de UC Berkeley en ese momento y estaba muy metido en sus exploraciones de compuestos psicodélicos. Yvonne a menudo le proporcionaba a Sasha muestras de las sustancias que la gente intercambiaba y vendía en las calles. Él, a su vez, los analizaba en su laboratorio personal en Lafayette y luego le reportaba si eran sustancias puras o adulteradas y, por lo tanto, dignas de consumir o no. Ella recuerda con cariño a Sasha como un mentor y aunque nunca “viajó” con él, compartieron historias sobre sus respectivas experiencias bajo estados alterados. En una ocasión, Yvonne adquirió ibogaína, una planta medicinal sobre la que había leído. Ella le dio a Sasha la muestra sin revelar de qué se trataba y, para su propia sorpresa, él la llamó y exclamó: “¿De dónde sacaste esto? ¡Esto es ibogaína!”

Y, sin embargo, para 1970 California era un paisaje cambiante. En la costa oeste, los movimientos sociales también habían sido atacados y degradados mientras el mundo de la cultura y las drogas se desplazaba hacia un futuro más oscuro. En 1970, el presidente Richard Nixon siguió intensificando la guerra con la masacre de My Lai en Vietnam, seguido por la invasión de Camboya. Dentro de los Estados Unidos, el tiroteo de alumnos en la universidad de Kent State, el bombardeo del grupo radical de The Weathermen y la cacería contra las Panteras Negras pintaba un panorama desalentador. En el mundo de la música, The Beatles se separaron y algunos de los álbumes exitososos del año son Morrison Hotel de The Doors, el álbum debut de Black Sabbath, Workingman’s Dead de Grateful Dead y Bitches Brew de Miles Davis. Para Yvonne, el mundo de las drogas y los psicodélicos reflejaba la oscuridad del momento. Por otro lado, la penetración policial en los años que llevaron a la declaración formal de la Guerra contra las Drogas también creó un escenario de deterioro e inseguridad en torno a los psicodélicos. Muchos amigos y conocidos fueron perseguidos, en muchos casos por cargos de conspiración y un querido amigo murió misteriosamente después de un encuentro con un agente de narcóticos.

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Yvonne también lamenta cuántas personas produjeron psicodélicos por pura ganancia, mientras que solo unos pocos tenían el conocimiento especializado y el compromiso ético para crear sustancias puras. Identifica a algunos como “malos actores”, quienes, en su opinión, utilizaron la creciente popularidad de las drogas como un pretexto para obtener dinero rápido. Un momento de reflexión fuerte para ella fue cuando encontró a un hombre mezclando LSD con metanfetaminas para luego venderlo como mescalina. Sasha seguido le decía que uno nunca sabía el contenido de las píldoras que circulaban.

Fue en 1970 cuando Juan llevó a Yvonne a conocer a su padre en Guadalajara, México, y allí se encontraron con obras de arte del pueblo indígena wixárika. ¿Podría ser que las profundas respuestas espirituales y filosóficas que habían estado buscando los hubieran llevado a su próximo viaje? Durante los años siguientes, Yvonne se relacionó estrechamente con las comunidades wixáritari y participó en usos culturalmente mediados de otro psicodélico: el cactus del peyote. Durante las siguientes décadas, ella y su esposo fundaron una serie de organizaciones sin fines de lucro para apoyar el arte y la autonomía territorial del pueblo wixárika. En la década de 1990, cuando volvió a vivir en el Área de la Bahía, Yvonne continuó conectándose con los Shulgin y muchos otros psiconautas locales para sostener discusiones críticas sobre el potencial de los psicodélicos, el cambio legislativo y el delicado equilibrio que todo ello implicaba.

Yvonne con Julia Robles y Marina Negrín, bosque de Nueva Colonia, Tuapurie, 1978. Fotografía de Juan Negrín, cortesía de Yvonne Negrín.

Nueva York fue el cimiento que alimentó la curiosidad de Yvonne; la llevó a los nodos de producción artística en Manhattan y luego al Área de la Bahía de San Francisco donde conoció a su compañero de vida, Juan, y continuó la experiencia de vincular estados alterados con compromisos cada vez más profundos con el arte. Esta Área de la Bahía se convirtió entonces en el trampolín hacia la Sierra Madre Occidental y Nayarit, una geografía que estableció los siguientes cincuenta años de trabajo de Yvonne, entretejiendo la cultura con la ecología. Hasta la fecha, Yvonne dirige el trabajo de archivo y proyectos comunitarios con el Centro de Investigación Wixarika (Wixarika Research Center).

Portada de Fernanda Cervantes

Notas:
(1) Las siglas de STP en inglés son “Serenity, Tranquility and Peace” (serenidad, tranquilidad, paz); es un compuesto psicodélico sintetizado por Alexander Shulgin.

(2) DMT es un alucinógeno que ocurre naturalmente en plantas y animales y que también puede sintetizarse químicamente.

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