Joseph McCowan
Joseph McCowan es un psicólogo clínico licenciado (29284) que ofrece psicoterapia asistida con ketamina, terapia de integración psicodélica y psicoterapia individual basada en enfoques humanistas, informados por el trauma y basados en la atención plena. También es miembro del Comité de Acceso y Equidad Racial de Chacruna.
Me entusiasman los psicodélicos. Adoro el aire libre. La naturaleza ha sido mi salvadora. Los psicodélicos han sido mis guías hacia los rincones de mi mente.
La verdad es que, en mis años explorando diversos espacios naturales y psicodélicos, lo que más me sigue llamando la atención es el predominio de rostros blancos.
A lo largo de los años, el desarrollo de una profunda relación con los psicodélicos y el mundo natural ha sido parte integral de mi crecimiento, sanación y bienestar. Los psicodélicos despiertan mi asombro por el mundo interno tanto como la naturaleza activa mis ansias de viajar por el mundo externo. Lamentablemente, para muchas personas de color aquí en Estados Unidos, estas relaciones no existen. La verdad es que, en mis años explorando diversos espacios naturales y psicodélicos, lo que más me sigue llamando la atención es el predominio de rostros blancos.
No me sorprende en absoluto que hayamos llegado hasta aquí. Esta historia no ha cambiado, ha sido la misma por siglos. La actual desconexión colectiva de la exploración de nuestros mundos internos y externos refleja los daños históricos contra los grupos indígenas y las personas de color, y el legado que aún perdura.
Durante milenios, el uso ritual de medicinas psicodélicas y una profunda conexión con la tierra fueron parte esencial de las prácticas curativas de las comunidades y culturas indígenas de todo el mundo; sin embargo, la colonización vio colisionar a dos mundos que continúan existiendo en la actualidad. La extracción sistemática y global de recursos, junto con la conquista intercontinental de tierras, desconectaron a los pueblos indígenas de su libertad de expresión y exploración dentro de sus culturas, localidades y tradiciones.
En Estados Unidos, habitamos una tierra que fue violentamente arrebatada a sus pobladores originarios, y enarbolamos una bandera de libertad sobre una nación construida por africanos encadenados y secuestrados. Más recientemente, la guerra contra las drogas ensordeció a las comunidades de color con el retumbar de las rejas de la cárcel cerrándose sobre nuestros padres, hermanos, hermanas y madres. Mientras tanto, los mensajes incesantes de los programas DARE (Drugs Abuse Resistence Education. En castellano: Educación Preventiva Contra el Consumo de Drogas) y Just Say No (Sólo Di No) resonaron durante décadas en nuestras aulas y en los pasillos de nuestras casas.
Queering Psychedelics: Interseccionalidad, Curación, Espiritualidad y Liberación – En vivo/en línea
Estas heridas históricas siguen abiertas en nosotros, formando cicatrices en nuestros cuerpos individuales y colectivos. Hoy en día, muchas personas de color seguimos desconectadas de nuestros lazos históricos con las plantas psicodélicas y despojadas de nuestros lazos íntimos con la tierra. Para sanar y reconectar, tenemos la tarea de descubrir las verdades sobre nuestro pasado, redescubrir nuestras raíces ancestrales de exploración y aventurarnos hacia adentro y hacia afuera en viajes de autodescubrimiento para recuperar la pérdida colectiva.
Trazando un nuevo rumbo en el espacio psicodélico
Por años me sentí inseguro al entrar en cualquier espacio psicodélico. Casi una década después de observar con cautela cómo despegaba el renacimiento psicodélico, me lancé a la galaxia en expansión de la investigación y la terapia psicodélicas cuando me uní a un contingente multicultural de médicos, sanadores y terapeutas en la capacitación de terapia asistida por MDMA de la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psicodélicos (MAPS) para terapeutas de color en Louisville, Kentucky, en 2019.
Mientras muchos miembros de la comunidad psicodélica en general realizaban su peregrinación anual a la utopía futurista de Black Rock City, en Nevada, nuestro variopinto equipo se dirigía a enfrentarse con nuestro pasado en las tierras del sur de nuestro país, donde la visión de un hombre en llamas simboliza una historia mucho más oscura y violenta.
Nuestro grupo de sanadores heridos pasó una semana en círculos ceremoniales, procesando siglos de trauma y dolor, mientras manteníamos encendidas las antorchas que llevamos por nuestros ancestros. Conectamos profundamente con nosotros mismos, con los demás, con la tierra que pisamos y con nuestras historias. Compartimos nuestras intenciones para promover, en el futuro, la curación psicodélica en nuestras comunidades.
Fue liberador ser escuchado y fortalecedor ser visto en un espacio psicodélico donde, por lo general, los que se parecen a mi son pocos y distantes. Ya no me sentía como un marginado que vivía en el borde del panorama psicodélico. La seguridad del espacio me ayudó a deshacerme del miedo que obstaculizaba mi carrera, y comencé mi recorrido trabajando como terapeuta en la investigación psicodélica.
Pero el año pasado, en sólo en un instante, mi visión de la larga y distante misión de apoyar una reconexión con la curación psicodélica para las personas de color se hizo mucho más clara. Cuando Jeff Bezos lanzó un cohete al espacio con una tripulación de “astronautas” blancos, en lo único que podía pensar fue: “Aquí vamos de nuevo”. Conozco esta historia demasiado bien. Veo este juego todos los días aquí en la Tierra, en mi trabajo como terapeuta psicodélico. Los blancos ricos van a explorar, mientras que la gente de color se queda atrás.
Si sientes curiosidad por comprender cómo se manifiesta la colonización en nuestros tiempos modernos, no necesitas buscar más allá de los astronautas amazónicos que exploran el espacio exterior mientras adinerados psiconautas invaden la Amazonía en busca de sus viajes de curación psicodélica.
Si sientes curiosidad por comprender cómo se manifiesta la colonización en nuestros tiempos modernos, no necesitas buscar más allá de los astronautas amazónicos que exploran el espacio exterior mientras adinerados psiconautas invaden la Amazonía en busca de sus viajes de curación psicodélica. El atractivo actual del turismo psicodélico es el punto culminante de nuestra sumisión colectiva a una cultura de extracción, explotación, apropiación y dominación.
Durante siglos, las personas de color han visto cómo los recursos y el acceso se acumulan en las clases altas, en su mayoría de origen blanco. Vemos que esta tendencia persiste a medida que la terapia psicodélica se generaliza. La curación fluye, pero sólo en una dirección, llegando sobre todo a las personas con medios económicos, mientras que las personas de color permanecen invisibles.
Nuestra misión colectiva es abandonar el statu quo y cocrear una nueva realidad. Así, mientras los ricos se lanzan al espacio para reclamar el futuro y demostrar que el cielo no es su límite, la próxima frontera para las personas de color se encuentra aquí en la Tierra, redescubriendo nuestras raíces y recuperando nuestro pasado.
Aclarar las cosas
Mientras nuestra historia siga siendo un enigma, resultará difícil conocer o respetar plenamente dónde hemos estado o quiénes somos. Durante siglos, las personas de color han soportado la exclusión e invalidación, moviéndose a través de un mundo blanqueado en el que las realidades de nuestro pasado se omiten o distorsionan con regularidad. Cada vez que se anula nuestra historia, sufrimos un trauma colectivo, y esta experiencia se repite a lo largo de toda nuestra vida.
Mantenemos viva la colonización cuando contamos colectivamente mentiras y absorbemos pasivamente historias absurdas. Es hora de empezar a llamar las cosas por su nombre. Recordemos las cosas tal como fueron. Comencemos a aclarar la situación.
Durante décadas, nuestra nación se unió y volcó su corazón y recursos en la “crítica” carrera espacial. Hoy en día, nos estamos distanciando y contamos con poca capacidad o espacio para tan siquiera hablar o pensar sobre cuestiones raciales. Mi teoría crítica es que estamos descuidando, colectivamente, verdades sobre nuestra historia, y eso demuestra a las minorías, una vez más, su posición relegada en la lista de prioridades de nuestro país.
Lo que más recuerdo sobre la esclavitud en mis clases de historia es que prácticamente no se habló de ella. Se asignaban lecturas breves, pero supongo que mis profesores simplemente no tenían tiempo. En una de mis clases, dedicamos una hora al Pasaje Medio [Middle Passage, el brutal viaje de esclavos africanos a través del océano Atlántico para llegar a América], así que quedé sorprendido cuando tuvimos un día entero para estudiar la Expedición Dooner [un grupo de colonos estadounidenses que se dirigía a California y quedó atrapado en la Sierra Nevada en 1846].
Cuando era niño, visité el Parque Nacional Yosemite, conocí al “gran” John Muir y recorrí los senderos que llevan su nombre. Reflexionamos con amabilidad sobre sus esfuerzos de conservación y sus exploraciones, pero no hubo ninguna referencia a sus actividades de explotación colonial. Hoy, mientras camino por estos senderos de lágrimas, reflexiono sobre los nativos que fueron forzados a marcharse de sus tierras y sobre mis ancestros negros esclavizados, que sólo podían soñar con un sendero o camino hacia la libertad.
En la actualidad conocemos el renacimiento psicodélico, pero sabemos poco sobre lo que perdieron las culturas indígenas. Mientras resaltamos la ciencia y la investigación emergentes, perdemos de vista la sabiduría y las tradiciones de los guardianes y maestros indígenas.
Nuestras historias necesitan ser contadas. Deben escribirse nuevos relatos. Cuando nuestras historias son contadas por otros, participamos en realidades que nos excluyen. Si no aseguramos nuestra presencia, seguiremos siendo excluidos. Nuestra elección es permanecer sin voz o alzar nuestras voces para aclarar las cosas.
Conoce más sobre la Iniciativa de Reciprocidad Indígena de las Américas
Lo que cargamos
Será difícil seguir adelante si no somos conscientes de las cargas que traemos de nuestro pasado. Las personas de color todavía conservamos las lecciones de nuestros siglos de opresión. Aún no hemos escapado del todo de los confines de los cuerpos y mentes traumatizados de nuestros ancestros. El racismo sigue siendo un cáncer en nuestras estructuras e instituciones, mientras que nuestros problemas no resueltos impregnan nuestros tejidos y nuestro sistema nervioso.
Cuando era pequeño y acampaba con mi familia, aprendí que muchas personas de color no acampan ni dedican tiempo a explorar la naturaleza porque nuestros antepasados fueron lastimados o asesinados cuando se adentraron en el bosque, o cuando se aventuraron a ir demasiado lejos. Como resultado de este trauma histórico, seguimos desconectados de nuestra tierra y de una poderosa fuente de sanación al aire libre.
Durante la esclavitud y la Era de Jim Crow [en la cual se establecieron leyes de segregación y discriminación racial que prohibían a las personas de color el ejercicio pleno de derechos ciudadanos y los obligaban a evitar cualquier contacto con personas blancas en igualdad de condiciones] ningún espacio era seguro para los afroamericanos. Cuando era pequeño y acampaba con mi familia, aprendí que muchas personas de color evitaban acampar o dedicar tiempo a explorar la naturaleza debido a que nuestros antepasados resultaron lastimados o asesinados cuando se adentraron en el bosque, o cuando se aventuraron demasiado lejos. Como resultado de este trauma histórico, seguimos desconectados de nuestra tierra y de una poderosa fuente de sanación al aire libre.
En mi trabajo como terapeuta psicodélico, observo cómo nuestro trauma histórico se manifiesta en el escepticismo de muchas personas de color hacia la terapia con estas sustancias. La terapia psicodélica implica vulnerabilidad y entregarse a una experiencia en un estado no ordinario, lo cual puede representar un gran desafío para personas que, colectivamente, no han sido capaces de bajar la guardia durante siglos.
La guerra contra las drogas ha vuelto a traumatizar a las personas de color durante décadas. Los psicodélicos fueron clasificados como Sustancias de la Lista I, Nixon designó a las drogas como el “enemigo público número 1”, y las personas de color fueron el principal objetivo. El resultado ha sido la encarcelación masiva y la estigmatización, lo que ha distanciado a muchas personas de color de cualquier consideración o interés en la exploración psicodélica.
No es sorprendente que hoy en día muchas personas de color perciban daño donde otros podrían ver sanación. Estos patrones duraderos no son patológicos, sino protectores. Nuestras respuestas traumáticas heredadas tienen impacto en lo que hacemos, hacia dónde nos dirigimos, dónde nos sentimos seguros y dónde no. He aprendido a respetar la sabiduría ancestral que nos guía. Muchos espacios que no fueron seguros para ellos en el pasado, todavía no lo son para nosotros en el presente. No obstante, la cautela incorporada que sirvió para proteger a nuestros ancestros en el pasado a menudo nos aleja de lo que podría ser más conectivo y sanador en el presente.
Liberación a través de la exploración
“La cueva en la que temes entrar guarda el tesoro que buscas” – Joseph Campbell
Aunque estos patrones están vigentes, no son permanentes. El futuro es nuestro para crear. Aquello con lo que podamos desarrollar una relación, nos resultará seguro. La seguridad es fundamental para la curación.
No se me escapa la ironía de haber encontrado seguridad y libertad trabajando en este campo, en las tierras donde mis ancestros esclavizados carecían de seguridad y libertad al trabajar, literalmente, en los campos. Para mis ancestros, la libertad y la exploración fueron privilegios que nunca experimentaron. La seguridad era la excepción; el daño, la regla. Ahora puedo escucharlos llamándonos para que entremos en nuestro legado y exploremos estos reinos, con la libertad y seguridad que ellos nunca tuvieron.
Al recuperar nuestras relaciones ancestrales con los psicodélicos y la Madre Tierra, apoyamos la liberación y descolonización de nuestros cuerpos y mentes, reconectando con las historias, libertades, tierras y tradiciones medicinales que nuestros ancestros perdieron.
Nuestra liberación colectiva comienza cuando las personas de color abandonan la historia del colonizador y abrazan nuevas posibilidades. Al desafiar los límites de los espacios y lugares en los que nos sentimos cómodos, comenzaremos a trascender las prisiones de nuestros patrones obsoletos, despojarnos de nuestra opresión interiorizada y sanar nuestros traumas individuales y colectivos. Al recuperar nuestras relaciones ancestrales con los psicodélicos y la Madre Tierra, apoyamos la liberación y descolonización de nuestros cuerpos y mentes, reconectando con las historias, libertades, tierras y tradiciones medicinales que nuestros antepasados perdieron.
A medida que descubramos estas nuevas oportunidades para congregarnos en comunidad, catalizaremos reflexiones más profundas sobre nuestra interconexión y tenderemos más plenamente hacia nuestra interdependencia. Al aventurarnos en los espacios que antes temíamos entrar, se convertirán en lugares donde nos sentiremos conectados, encarnados, enraizados y centrados. Al redescubrir colectivamente nuestras raíces, plantamos las semillas de nuestro futuro, ayudándonos a emerger de la enredada maleza de nuestras complejas historias. Al encontrar nuestra libertad en la exploración, nos honramos a nosotros mismos, honramos a nuestros antepasados y sentamos una base fértil para las generaciones futuras.
Traducción de Jenny Nava Díaz
Portada e ilustración interior de Fernanda Cervantes
Artículo publicado originalmente en Chacruna Institute
