Andrew Jones es candidato a doctorado en la Universidad de Toronto. Su investigación examina la historia de las drogas psicodélicas en la psiquiatría infantil y está financiada por el Consejo de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades.
En los años 50 y 60, los psiquiatras que utilizaban LSD como complemento de la psicoterapia se enfrentaron al reto de interpretar las experiencias de tipo místico que la droga solía producir. Para varios grupos, las experiencias de unidad, dicha y trascendencia generadas por el LSD eran la clave de su potencial terapéutico. Para otros, la supuesta dimensión mística de la experiencia del LSD difuminaba torpemente los límites entre la investigación científica rigurosa y la espiritualidad.
Mi capítulo en Expanding Mindscapes explora cómo se afrontó el reto de la experiencia mística inducida por drogas en un contexto teológico cristiano, examinando la colaboración internacional entre dos misioneras médicas que llegaron a ver en el LSD una valiosa herramienta psiquiátrica. Florence Nichols (1913-1987), psiquiatra canadiense, y Frank Lake (1914-1982), médico británico, se conocieron a finales de la década de 1940 mientras trabajaban en el Christian Medical College de la ciudad de Vellore, en el sur de la India.
Lake conoció el LSD cuando trabajaba con el psiquiatra británico Ronald Sandison en el Hospital Powick. Observar cómo los pacientes de Powick revivían sus traumas bajo los efectos del LSD convenció a Lake de la validez de la psiquiatría psicodinámica y del potencial terapéutico del LSD. A finales de la década de 1950, presentó la droga a Nichols y la guió a través de su propia experiencia con el LSD. Tras revivir episodios de su infancia, Nichols se convenció inmediatamente del valor del LSD y comenzó a utilizarlo con sus pacientes en Vellore, donde ayudó a construir la primera unidad psiquiátrica en el Christian Medical College.
Cuando Nichols abandonó la India en 1959, visitó a Lake en Inglaterra, donde siguieron practicando la terapia con LSD. Allí ayudó a Lake a desarrollar la “teología clínica”, una disciplina pedagógica destinada a educar a los miembros del clero sobre las enfermedades mentales. La teología clínica respondía a una necesidad real del clero cristiano. Aunque la psicoterapia era cada vez más aceptable socialmente en Europa y Norteamérica en la década de 1960, muchas personas seguían confiando en los líderes eclesiásticos para aliviar su angustia mental. En casos graves, los miembros del clero no se sentían preparados para manejar los problemas psicológicos que surgían durante los encuentros pastorales. Profundamente influidos por su uso del LSD para explorar los primeros recuerdos inconscientes, el objetivo de la teología clínica era proporcionar herramientas para ayudar al clero a reconocer y abordar las raíces más profundas de los trastornos mentales entre los laicos.
Para ello, Lake y Nichols impartieron seminarios que ilustraban la teoría y la práctica de su enfoque cristiano del tratamiento psiquiátrico. En 1963, Lake y sus colegas habían organizado más de cien programas de formación en toda Inglaterra y creado una Asociación de Teología Clínica.
Nichols desempeñó un papel fundamental en el desarrollo y la difusión de la teología clínica. Mientras que los orígenes de la disciplina siguen estando asociados principalmente a Frank Lake, considerado hoy un pionero del movimiento británico de asesoramiento pastoral, no se sabe casi nada de Florence Nichols ni de su impacto en Lake.
Además de su trabajo con el LSD, el enfoque psiquiátrico de Lake estuvo muy influido por la escuela de las relaciones objétales del pensamiento psicoanalítico. Los defensores de la teoría de las relaciones objétales hacían hincapié en la primacía de la necesidad del bebé de establecer relaciones con los objetos que le rodean, especialmente con la madre. Los teóricos de las relaciones objétales sostenían que una relación afectiva madre-hijo era crucial para el correcto desarrollo psicológico de cada individuo.
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Examinar la teología clínica ofrece, por tanto, una interesante oportunidad para considerar cómo las hipótesis psicoanalíticas de la “privación materna” o de la “culpabilización de la madre” interactuaron con el LSD en este periodo. La preocupación generalizada por la privación materna determinó la forma en que Lake y Nichols explicaron las experiencias con LSD. En el caso de Lake, el marco de las relaciones objétales influyó en la forma en que él y sus pacientes entendieron y reaccionaron ante el LSD. Continuamente descubría que, al inhibir la represión, la LSD permitía a sus pacientes reexperimentar el trauma de la negligencia materna desde la primera infancia. Para Lake, estas experiencias proporcionaban pruebas empíricas de las afirmaciones de la escuela objeto-relacional sobre la importancia de las relaciones madre-hijo en los primeros meses de vida.
Influido por pensadores como Paul Tillich y R.D. Laing, Lake también superpuso un marco teológico-existencial a la relación madre-hijo. Sostenía que la madre actuaba como “vicerregente de Dios” para el bebé, que carecía de un sentido diferenciado de sí mismo, y mucho menos de un concepto de Dios. Desde la perspectiva del lactante, la madre asumía el papel de Dios como fuente última de “ser y bienestar”, y su “semblante amoroso” canalizaba los recursos ontológicos necesarios para un desarrollo personal y espiritual adecuado. Cuando se veía privado de estos recursos, es decir, cuando la madre carecía de amor o estaba ausente durante periodos prolongados, el bebé se enfrentaba a la pérdida del ser y a una intensa angustia existencial. Estas experiencias de privación materna, concluía Lake, distorsionaban la posterior relación del individuo con Dios y su actitud hacia él.
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La visión de Lake sobre las reacciones positivas y negativas del LSD estaba determinada por esta combinación de teología, existencialismo y teoría de las relaciones objétales. Para Lake y Nichols, la terapia con LSD no consistía en inducir experiencias positivas o trascendentes. Por el contrario, se trataba de revivir el espanto. Sólo volviendo a vivir plenamente el dolor y el sufrimiento de la privación materna en la infancia podrían los pacientes renunciar al control que estas experiencias ejercían sobre sus vidas. Aunque el énfasis de Lake en el dolor tenía ciertamente fundamentos teológicos, también reflejaba un enfoque psicoanalítico de la psicoterapia con LSD, en el que las experiencias negativas eran una señal de que la droga estaba haciendo su trabajo al superar la represión. A medida que la terapia psicodélica reaparece en la era de la neurociencia y que las compañías farmacéuticas intentan crear nuevos derivados de los psicodélicos tradicionales que eliminen la posibilidad de “malos viajes”, las ideas de Lake sirven como recordatorio de la forma en que tales experiencias negativas eran valoradas por los investigadores del pasado.
Nota: Esta es una versión abreviada del capítulo de Andrew Jones “Beatitude, Dread, and Mother-Blaming: LSD and the Origins of Clinical Theology, from India to England and Canada”, en la colección editada, Expanding Mindscapes: A Global History of Psychedelics, que se publicó con MIT Press el 21 de noviembre de 2023.
Este artículo fue originalmente publicado en inglés por Chacruna Institute.
Traducción de Ibrahim Gabriell
Portada de Fernanda Cervantes