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Lola “la Chata”. La primera gran traficante de narcóticos en la Ciudad de México

María Dolores Estevés Zulueta, alías Lola “La Chata” nació en el año de 1908 en la ciudad de México. Hija de Dionisio y Luisa creció en el barrio de La Merced, donde aprendió el oficio de comerciante. Vendía chicharrones y verduras en un puesto con su madre, pero desde temprana edad se dio cuenta que había un negocio que cada día se hacía más redituable: el de las drogas ilícitas. En particular, Lola se especializó en el tráfico de una sustancia calmante, analgésica y sedante: la diacetilmorfina, mejor conocida como heroína.

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Nidia Olvera-Hernández es historiadora y antropóloga enfocada en el estudio de sustancias psicoactivas. Tiene un doctorado en historia moderna y contemporánea en el Instituto Mora de la Ciudad de México, donde ella investigó la historia de las drogas.

María Dolores Estevés Zulueta, alías Lola “La Chata” nació en el año de 1908 en la ciudad de México. Hija de Dionisio y Luisa creció en el barrio de La Merced, donde aprendió el oficio de comerciante. Vendía chicharrones y verduras en un puesto con su madre, pero desde temprana edad se dio cuenta que había un negocio que cada día se hacía más redituable: el de las drogas ilícitas. En particular, Lola se especializó en el tráfico de una sustancia calmante, analgésica y sedante: la diacetilmorfina, mejor conocida como heroína.

    En 1898, apenas veinte años antes de que Dolores naciera, la farmacéutica Bayer había comenzado a comercializar la heroína para el alivio de la tos y como un analgésico sustituto de la morfina, ya que para entonces se pensaba que la diacetilmorfina era un opioide con gran potencial y menos adictivo que la morfina (Lamour y Lambert, 1972: 19). Pero, no pasó ni un lustro, cuando varios médicos comenzaron a percibir que esta [y otras] sustancia podían producir dependencia y se reportó la existencia de las entonces llamadas: toxicomanías. Ante lo cual, las autoridades de diversos países comenzaron las restricciones de varias drogas y durante enero de 1912 se firmó la Convención de La Haya que buscó la supresión mundial del opio, la cocaína, la morfina y la heroína (Davenport-Hines, 2001: 197). 

    El gobierno mexicano suscribió los tratados internacionales para la represión de las drogas y en 1920 promulgó las Disposiciones sobre el cultivo y comercio de productos que degeneran la raza, con lo que se prohibieron la marihuana, la cocaína, el opio, la morfina y la heroína (Departamento de Salubridad Pública, 1920). Además, para 1929 se incluyeron la producción, venta y consumo de enervantes entre los “delitos contra la salud” en el Código Penal, con lo que se incrementaría la persecución policíaca y se impondrían castigos como la rehabilitación forzosa, penas pecuniarias o la reclusión (Secretaría de Gobernación, 1929). Con estas legislaciones se avanzó en en la criminalización nacional de las drogas (Schievenini, 2012: 57-68).

De cualquier manera, la prohibición de las drogas no terminó con su uso, para la década de 1930 la marihuana y la heroína eran los psicoactivos ilegales más consumidos en la Ciudad de México. Por lo que varios emprendedores como Lola, se percataron que con todo y sus riesgos la venta de plantas y sustancias ilícitas se estaba convirtiendo en un redituable negocio. 

En este artículo se hace un recuento del historial delictivo de Dolores Esteves Zulueta, mediante el análisis de los expedientes de sus ingresos por “delitos contra la salud pública” a la Penitenciaría del Distrito Federal, resguardados en el Archivo Histórico de la Ciudad de México. Asimismo, se complementa con documentos de otros repositorios como el Archivo General de la Nación, fuentes hemerográficas y estudios precedentes, para así lograr una semblanza criminal de la más famosa traficante de heroína de la primera mitad del siglo XX: Lola “La Chata”1.

Las primeras detenciones 1934-1937

Los registros de la primera detención de Dolores datan de 1934, cuando a sus 26 años fue acusada por “delitos contra la salud”, aunque por falta de evidencia fue liberada tras tan solo 48 horas de arresto2. Tres años más tarde “La Chata” ya había empezado a cobrar popularidad y se realizó un operativo en su casa, que entonces se ubicaba en la calle de Pradera, en La Merced. Los agentes de la Policía Judicial Federal detuvieron a Lola, a su hermano y dos “viciosos”, a quienes les decomisaron tan solo dos papeles chicos de heroína, un poco de marihuana, una corcholata, una cuchara, dos goteros y una jeringuilla, todos estos objetos usados en la administración de clorhidrato de morfina.

La Chata negó los cargos y culpó a los invitados de su hermano de llevar las drogas a su casa. Lola agregó que se trataba de una confusión, ya que cerca de su casa, vivía una conocida vendedora de drogas, llamada Rosa, quien constantemente la denunciaba “porque esta resentida con ella debido a que cree que ella la denunció la última vez que estuvo presa”. Además Dolores manifestó que el agente que la detuvó le tenía “mala voluntad porque ella no quiere denunciar a nadie”3. La mayoría de los detenidos fueron a parar al Hospital Federal para Toxicómanos4. A excepción de Dolores, a quien en los peritajes no se le encontraron rastros de que consumiera drogas, por lo que fue llevada a la Penitenciaría de Lecumberrí. Aunque a los nueve días fue liberada, debido a que el Juez 3º de Distrito en Materia Penal determinó su libertad por falta de méritos.5

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Drogas y corrupción en la Campaña contra las Toxicomanías 1937-1938

En abril de 1938 Luis Huesca de la Fuente, quien hasta entonces fungiera como jefe de la Policía de Narcóticos del Departamento de Salubridad Pública6, fue recluido en Lecumberri y se le acusó de los delitos de abuso de autoridad, falsedad de declaraciones y contra la salud7. Esto a causa de que buscó proteger a Lola “La Chata”, quien al parecer compartía sus ganancias con el agente.

    En este caso intervino Leopoldo Salazar Viniegra, quien estaba a cargo de la Campaña contra el Alcoholismo y las Toxicomanías. Salazar fue un eminente psiquiatra oriundo de Durango, que realizó estudios sobre la marihuana, heroína, opio, benzedrina, el alcohol y otras sustancias; y optaba por una política de drogas en la que los consumidores fueran atendidos desde una perspectiva de salud y no fueran criminalizados. Sin embargo, aunque el médico veía a los toxicómanos como meros enfermos y buscaba su regeneración, no pensaba lo mismo de los traficantes8.   

Cuando llegaron a oídos de Leopoldo Salazar las noticias sobre la detención de Luis de la Huesca y su cercanía a la ya famosa traficante, decidió escribirle a Lola una carta que se publicó en el periódico El Universal en la que le advirtió que él era oficialmente el nuevo encargado de perseguir a los contrabandistas de drogas. Salazar elogió su éxito con los toxicómanos, su talento “de saber conservar su posición, ganando simple la complacencia de todas las policías” y sus éxitos en el negocio. El psiquiatra, no ocultó su desagrado y cierto “clasismo” a Dolores, cuando le escribió que “no había nacido bajo la advocación de Venus” y denostó “la redondez de su cuerpo”, que adjudicó a la venta de tacos, el tráfico de drogas y la persecución policíaca; el médico agregó que al ser la zona de la Merced su campo de operaciones seguramente la mayoría de sus clientes provenían “del pueblo bajo”. Además, manifestó que la sociedad mexicana se encontraba en transformación social para lograr librarse de “traficantes sediciosos” y que esperaba tener ocasión para poder tratar a la brevedad estos tópicos con ella9. Por su parte, Lola simplemente volvió a su trabajo y su clientes y ganancias se incrementaron durante los años siguientes.

En relación al ex jefe de la Policía Sanitaria en la prensa también se dijo: “el Capitán Huesca está en la penitenciaría”10; “Jefe de la Policía de Narcóticos, preso. Sustrajo abundante cocaína. Este enervante le fue recogido a una mujer, lo cambio por bicarbonato”11.  Huesca mencionó que se trataba de meras “calumnias e intrigas”, ya que el había descubierto que algunos agentes “andan mordiendo” y por problemas personales con Salazar Viniegra, dijo: “el doctor me tuvo tirria y este es el resultado”12. Luis de la Huesca sólo permaneció unos días en la penitenciaría de Lecumberri, ya que el delito contra la salud no se le pudo comprobar, debido a que peritaje químico indicó que “la droga consignada no es droga” y que en realidad se trataba de “una substancia antiséptica clorada”; por los delitos de abuso de autoridad y falsedad de declaraciones pudo salir bajo fianza13.

La enemiga número uno de México. Leyes de emergencia de 1945

Bajo el pretexto de la segunda guerra mundial, el gobierno de Manuel Ávila Camacho promulgó en 1945 una “ley de emergencia” que estableció que debido al aumento de individuos dedicados al “tráfico inmoral” quedaban suspendidas las garantías individuales a toda persona que infringiera las legislaciones en materia de drogas (Poder Ejecutivo, 1945). Al parecer, a la primera a la que se le aplicó esta norma fue precisamente a Dolores Estéves, que para entonces era considera por las autoridades como la enemiga número uno del país, por lo que fue detenida.

A principios de julio de 1945 “La Chata” fue aprehendida a las afueras de su casa en la Merced y sin juicio alguno, debido a que se trataba de un decreto presidencial, fue enviada hasta la cárcel de las Islas Marías. Ante esta acción, Lola decidió mandar un telegrama al presidente y a su esposa la señora Soledad Orozco de Ávila para pedirle que se investigará su caso, pues se encontraba enferma y quería desmentir los cargos que se le imputaban. 

En el telegrama Dolores mencionó que las autoridades policíacas habían tratado de impresionar a la pareja presidencial y lo que se decía sobre ella eran meros rumores, ya que ella “por suerte se sacó la Lotería y multiplicó dinero con sacrificios y negocios honestos”. Además, dijo que con esas ganancias ayudó a gente de su barrio dándoles ropa, comida, dulces y juguetes. Dolores agregó que era “inocente de los cargos imputados”, que “personas malvadas” habían tomado su nombre y que probablemente se debía a que su primer esposo Juan Morales había sido apresado por tráfico de enervantes, pero que él ya había fallecido diez años atrás, que ella no tenía nada que ver en ese contrabando y que la policía la había perseguido injustamente.14 Dolores nunca obtuvo respuesta de la oficina presidencial y estuvo recluida en una de las ínsulas del Pacífico hasta marzo de 1946. 

El Mesón del Paraíso. El año de 1947

Enclavado en el corazón del barrio de Tepito, en la calle de Fray Bartolomé de las Casas existió un “picadero” y fumadero” de drogas: el famoso Mesón del Paraíso. Aunque este espacio llevaba ya más de una década funcionando al margen de la ley, de vez en cuando la policía realizaba redadas, en las que aprehendían a algunos toxicómanos desprevenidos y realizaban nutridos decomisos.

    El 31 de enero de 1947 cinco agentes de la Policía Judicial Federal rindieron un informe, en el que declararon que localizaron marihuana, heroína, agujas hipodérmicas y aprehendieron a varios “viciosos”. Los detenidos acusaron a La Chata de ser una de las principales distribuidoras de drogas en la capital del país. Por lo que, después del operativo en el Mesón se ordenó la aprehensión “en contra de los principales traficantes “Lola la Chata”, Antonio García Rojas alias “El Venado” y “El Sargento”, así como de la señora Jova Orozco y Petra García Rojas, esposa y hermana de “El Venado”, respectivamente. 

Como La Chata no era nueva en estos asuntos, tras las acusaciones de los detenidos del Mesón del Paraíso, de inmediato recurrió a su abogado el licenciado Pacho Herrera, quien realizó una solicitud de amparo a favor de su defendida, en el que argumentó que las imputaciones eran falsas, que se habían violado sus garantías por habérsele dictado auto de formal prisión sin que se le comprobará la posesión, consumo, suministro o tráfico de semillas, plantas o sustancias de carácter ilícito. Pero como La Chata tenía antecedentes penales tuvo que permanecer presa un par de meses más hasta que se le otorgó la libertad por una fianza de $10,000.15 

¡Duelo en el hampa! Última detención y muerte 1957-1959

(Careo entre el general Armando Valderraín y Dolores Estevés, 1957. Archivo fotográfico que perteneció al periódico La Prensa. Colección Particular).

Para la década de 1950 la fama de Lola La Chata era tal que la policía la denominaba “emperatriz de la droga” e incluso fue retratada por el escritor beatnik William Burroughs, quien la denominó como “diosa azteca” repartidora de papeles de heroína, que había empezado su negocio con un solo gramo y de ahí levantó el monopolio de la droga en Ciudad de México” (Burroughs 1977: 170-171). Además, en la prensa se afirmaba que ya era inconcebible el cinismo con el que traficaba, que ya contaba con toda una red de distribuidores de narcóticos en toda la urbe y lo descarado de los tratos corruptos que tenía con altos mandos de diversas corporaciones policíacas.

Dolores se había vuelto a mudar de casa, esta vez a una residencia hacía el sur de la ciudad en la colonia Prado Churubusco. Ese año el comandante Armando Valderraín junto con otros agentes de la policía judicial realizaron un operativo en su casa logrando la detención de La Chata y de otras 30 personas que supuestamente pertenecían a su banda de “envenenadores” (Macías, 2017). En los periódicos de la época se dijo “La pobrecita Lola. Cubiertos los dedos de las bien manicuradas manos con ostentosas y valiosisímas joyas”16, “Trata de hacerse pasar como drogadicta  la conocida traficante de ‘sueños artificiales’”17, “se le decomisó una fuerte cantidad de dinero, armas y frascos de drogas”.18

Lola La Chata fue acusada una vez más por delitos contra la salud, en su modalidad de tráfico y recibió una sentencia de quince años de encierro en la penitenciaría de Lecumberri. Pero esta vez ya no recobró su libertad y al parecer murió ese mismo año de  1957 (Macías, 2017). El caso de Dolores Estéves Zulueta, famosa traficante de La Merced, sobresalió por haber lidereado el mercado de drogas en la capital mexicana por casi 30 años y por que corrompió a varias autoridades. Asimismo, esta mujer destacó por romper las expectativas de la época de ser mujer y subvertir los esquemas masculinos al convertirse en una figura dominante en el trasiego de droga (Carey, 2009: 63). Aunque  el imperio de la “la emperatriz del hampa” terminó, el tráfico de drogas en la ciudad de México perduró e incluso se incrementó durante las siguientes décadas.

Dolores Estevés, alías Lola La Chata, traficante de drogas, 1957. Archivo fotográfico que perteneció al periódico La Prensa. Colección Particular).

Portada de Fernanda Cervantes

Notas

[1] A pesar de la fama de Dolores Estevés existen pocos estudios desde la historia de las drogas que hayan abordado a esta importante traficante. Por ejemplo, véase: Pérez Montfort (1997, 2016); Carey (2009, 2014), Astorga (2015).

[2] Archivo Histórico de la Ciudad de México (AHCDMX), fondo Cárceles, Penitenciaría, caja 203, exp. 3820.

[3] AHCDMX, fondo Cárceles, Penitenciaría, caja 358, exp. 3496.

[4] En relación al Hospital del Toxicómanos véase Olguín (1995), Pérez Montfort (2016); Bautista (2016).

[5] AHCDMX, fondo Cárceles, Penitenciaría, caja 358, exp. 3496.

[6] En relación a la Policía de Narcóticos véase Pérez Ricart y Olvera (2021).

[7] “Comenzó a declarar el capitán de la Fuente”, en Excélsior, 14 de abril de 1938.

[8] Para un recuento biográfico de Leopoldo Salazar Viniegra, véase Ocaña y Olvera (2018).

[9] Leopoldo Salazar Viniegra, “Carta abierta a Lola La Chata”, El Universal, México, 11 de marzo de 1938.

[10] “El capitán Huesca esta en la Penitenciaría”, El Universal, 1 de abril de 1938.

[11] “Jefe de la Policía de Narcóticos, preso”, El Universal, 10 de abril 1938.

[12] “Comenzó a declarar el capitán”, Excélsior, 14 de abril 1938.

[13] “Luis Huesca de la Fuente, abuso de autoridad, falsedad de declaraciones y contra la salud”, 1938, AHCDMX, Cárceles, Penitenciaría, caja 402, exp. 1304.

[14] Archivo General de la Nación (AGN), Presidentes, Miguel Ávila Camacho, caja 0818, exp. 549.44/1006.

[15] “Dolores Estévez Zulueta, contra la salud”, 1947, AHCDMX, Cárceles, Penitenciaría, caja 1014, exp. 1864.

[16] La pobrecita Lola”, La Prensa, 6 de abril de 1957.

[17] “Trata de Hacerse”, La prensa, 6 de abril de 1957.

[18] Los Sabuesos, La Prensa, 5 de abril de 1957.

Referencias

Archivo General de la Nación (AGN), Presidentes, Miguel Ávila Camacho.

Archivo fotográfico que perteneció al periódico La Prensa. Colección Particular.

Archivo Histórico de la Ciudad de México (AHCDMX), Cárceles, Penitenciaría.

Astorga, L. (2005) El siglo de las drogas. El narcotráfico, del Porfiriato al nuevo milenio. (México: Plaza Janés).

Bautista Hernández, L. (2016). De la Penitenciaría al Manicomio. El proceso de institucionalización del Hospital Federal de Toxicómanos de la Ciudad de México, 1926-1948. [Tesis de Maestría en Historia Moderna y Contemporánea, Instituto Mora].

Burroughs, W. Yonqui. (1997[1953]). (Barcelona: Anagrama).

Carey, E. (2009). “Selling is more of a habit than using” Narcotraficante Lola la Chata and her threat to civilization, 1930-1969. Journal of Women ́s History, 21 (2), 62-89. 

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Davenport-Hines, R. (2001). La búsqueda del olvido. Historia global de las drogas, 1500-2000, (Madrid: Fondo de Cultura Económica, Turner).

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El Universal

Excélsior

Lamour C. y Lambert, M. (1972). La Nueva Guerra del Opio. (Barcelona: Barral).

La Prensa

Macías, L. (2017, Julio 19). “Lola la Chata”, huésped asidua de Lecumberri”. La Prensa. https://www.la-prensa.com.mx/archivos-secretos/lola-la-chata-huesped-asidua-de-lecumberri-3538449.html

Ocaña Salazar, M. y Olvera Hernández, M. (2018). El psiquiatra que luchó contra los cuerdos para despenalizar las drogas. Chacruna Latinoamérica. https://chacruna-la.org/el-psiquiatra-que-lucho-contra-los-cuerdos-para-despenalizar-las-drogas/

Olguín Alvarado, P. (1995). Aproximación a la Historia del Hospital de Toxicómanos (1931-1949). Cuadernos para la historia de la salud. (México: Secretaría de Salud).

Pérez Montfort, R. (1997). El veneno “faradisíaco” o el olor a tortilla tostada. Fragmentos de historia de las “drogas” en México 1870-1920”, en R. Pérez Montfort (coord.), Hábitos, normas y escándalo. Prensa, criminalidad y drogas durante el porfiriato tardío. México: Plaza y Valdés, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. 

Pérez Montfort, R. (2016). Tolerancia y prohibición: aproximaciones a la historia social y cultural de las drogas en México 1840-1940. (México: Colección Debate, Penguin Random House Grupo Editorial). 

Pérez Ricart, C. A., & Olvera Hernández, N. A. (2021). Ascenso y declive de la Policía de Narcóticos del Departamento de Salubridad Pública en México (1917-1960). Historia Mexicana, 70 (4), 1661–1714.

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