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Esclareciendo el bufo alvarius

La creciente oferta y consumo de la llamada “medicina del sapo” en diversas partes del mundo, ha suscitado la enunciación de una serie de afirmaciones sin sustento teórico, científico e histórico, que han permitido que se convierta en una importante actividad lucrativa para distintos actores.

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La creciente oferta y consumo de la llamada “medicina del sapo” en diversas partes del mundo, ha suscitado la enunciación de una serie de afirmaciones sin sustento teórico, científico e histórico, que han permitido que se convierta en una importante actividad lucrativa para distintos actores. La articulación de datos neurológicos, el supuesto de un uso ancestral, e interpretaciones psicológicas y espirituales, las cuales se presentan como justificación e instrumentalización de nuevas prácticas que son potencialmente peligrosas, como su combinación con ayahuasca o iboga, o el suministrar grandes dosis de sapo para forzar una experiencia “enteogénica”; y a pesar de que existe un pequeño sector de investigadores, terapeutas y facilitadores investigando seriamente los posibles usos que puede tener en el ser humano, sólo una afirmación puede hacerse con seguridad: la medicina del sapo apenas se encuentra en un proceso de construcción de conocimiento, por lo que ir despejando datos de desinformación, es de vital importancia para dicha labor holística.

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La llamada “medicina del sapo”, proveniente del sapo bufo alvarius/incilius alvarius, tiene un total de veintiún alcaloides, de los cuáles once son triptaminas, siendo prevalente el 5-meo-DMT que puede estar presente entre un 10% a 15% del total. Es decir, no es únicamente una sola sustancia psicoactiva la que actúa cuando se inhala la “medicina del sapo”, son un conjunto de diversos elementos químicos que actúan a nivel psíquico y físico, de los cuales se desconoce enormemente, lo que hace que aun existan grandes interrogantes neurofarmacológicas en torno a su impacto y funcionamiento en el cerebro humano.

Actualmente han prevalecido las interpretaciones que insisten en comprar el 5-meo-DMT de sapo, con el 5-meo-DMT como sustancia sintetizada, siendo esto un ejercicio insuficiente por obvias razones de componentes químicos, lo que hace que la medicina del sapo sea una sustancia menos estabilizada, por ello la importancia del setting en que sea practicado. Sin embargo, bajo el argumento de la existencia de algunos estudios científicos y neurológicos emergentes en torno al 5-meo-DMT junto con la articulación del conocimiento de procesos de neurotransmisión, se han realizado una serie de afirmaciones para ligarlo a la salud mental como un tratamiento contra las adicciones, como lo muestran diversos foros psicodélicos alrededor del mundo, y a pesar de que no se descarta la idea de que en que un óptimo setting podría utilizarse como herramienta para inducir un estado alterado de conciencia orientado terapéuticamente o como praxis de libertad cognitiva, no existe evidencia científica que afirme que el consumo de sapo sea un remedio contra las adicciones, por el contrario, cada vez surge más la inquietud por conocer si se podría ser “adicto al sapo”.

Así mismo, uno de los principales ejes que ha conllevado el exotismo de fumar la “medicina del sapo” -por venir de un animal, y ser uno de los psicoactivos más potentes del mundo hasta ahora encontrados de manera natural- ha sido su articulación a un imaginario de ancestralidad indígena. Aunque aún no puede afirmarse o negarse si hubo un uso de tal psicoactivo realizado por culturas de Aridoamérica y Mesoamérica en el pasado prehispánico, dada las limitadas fuentes e investigaciones que existen al respecto, algunos estudios han y continúan interpretando sobre algunos vestigios arqueológicos e iconográficos en torno al papel ritual de un sapo de la especie bufo, el cual se discute podría ser el bufo alvarius. No obstante, como tempranamente analizó Lozoya (1983), respecto a la investigación realizada en México por los investigadores pioneros de plantas psicoactivas, en cuanto a su interpretación arqueológica en torno al uso de psicoactivos, resulta ser un ámbito lleno de tensiones, incongruencias y miradas forzadas que terminan confundiendo aún más la información sobre los posibles usos que pudieron haber tenido en el pasado ciertas plantas psicoactivas, tal como ahora ocurre con las interpretaciones que se empiezan a generar con el bufo alvarius.

Si bien, los sapo bufo se encuentran presentes en diversas cosmologías en todo el mundo vinculados principalmente a propósitos chamánicos, espirituales y adivinatorios, como lo es el bufo marinus en la cultura del vudú en Haití, en la que dicho sapo es un importante ingrediente en la elaboración de la bebida zombi, o como se ha especulado su uso ritual en otras partes del caribe latinoamericano como es el sur de Veracruz y en el área Maya. Sin embargo, aún no está claro la manera en que pudo haber sido consumido la “medicina del sapo” Bufo alvarius por las culturas indígenas septentrionales y de otras partes del continente si es que se utilizó de tal forma, o el papel que este pudo haber tenido en su cosmogonía, aunque en la región del Desierto de Sonora han prevalecido algunas narrativas registradas vinculadas a un sapo, por ejemplo, en algunos mitos fundacionales de algunos grupos Tohono O´odham (pápagos) cuentan cómo el Hermano Mayor que creo el mundo pápago, vive en una cueva en Pinacate, y que al parecer tomó la forma de un sapo petrificado.

No obstante, una afirmación puede hacerse con seguridad ante el hecho de una ausencia de tal práctica en las culturas contemporáneas del Desierto de Sonora: Si el sapo se usó o no en la antigüedad, seguramente no tendría mucho que ver con lo que se está haciendo con el mismo en la actualidad. Ahora la ancestralidad que enuncian ciertos actores no es más que un discurso para exaltar elementos de alteridad.

Si bien existen testimonios de que la práctica de fumarlo en Arizona, Estados Unidos, se realiza desde la década de los 60’s, y ha sido documentada desde los 80’s en el territorio Pima, fue en este periodo en que comenzó a tener un lugar central en algunos grupos new age vinculados a la psiconautica como The Church of Toad Of Light, sin embargo, éste no había sido un consumo popularizado y mediático hasta que se le vinculó a las culturas indígenas del Desierto de Sonora en México, a partir de la introducción de la práctica en el año 2011 a miembros de la comunidad Comca ´ac de Punta Chueca, Sonora, por intermediación de la asociación civil de sonorenses, ahora Fundación OTA.C., en colaboración con el médico Octavio Rettig, quien se propuso rehabilitar a algunos de sus miembros de la adicción a la metanfetamina, proceso que mediatizó el uso del otac (sapo en lengua comca´ac) en esta cultura.

En los años siguientes la práctica se expandió a miembros o personas que se presentan como descendientes de las culturas yaqui, tohono o´oddham y mayos, y actualmente es un proceso de hibridación cultural en construcción por intermediación de una red cada vez más grande de actores y “nuevas comunidades” trasnacionales que han adoptado el sapo como una medicina ancestral y espiritual. A través del establecimiento de relaciones con miembros de las culturas indígenas de Sonora es que algunos facilitadores de sapo se encuentran por el mundo difundiendo afirmaciones sin sustento, muchas veces a través de establecer alianzas con algunos científicos involucrados en la medicina psicodélica a quienes les han dado de fumar el sapo, situación que evidencia escasos criterios en cuanto a la construcción del conocimiento. Asimismo, la inexistencia de una línea entre el consumidor y el investigador-experto (que participan en foros de discusión seria y realiza difusiones visuales masivas), visibiliza serias problemáticas en un inestable y controvertido campo de investigación, como son los psicoactivos.

Debe señalarse que en el caso Comca´ac, la difusión mediática que ha envuelto la práctica con esta cultura y el provecho económico que han sacado algunos facilitadores en su nombre, salvo algunas excepciones que han hecho algún esfuerzo por apoyarlos, evidencia que dicha comunidad es uno de los eslabones más débiles de las diversas redes que ahora se entretejen en torno al sapo, pues para ellos no ha habido una retribución económica sustanciosa, ni se ha dado el caso de un enriquecimiento a partir de brindar dichas prácticas. Así mismo la aceptación de utilizar tal psicoactivo ceremonialmente por parte de importantes chamanes y líderes espirituales en combinación con sus cantos curativos tradicionales no debe verse como algo superficial ni lineal, sino como un proceso emergente de reinvención cultural, aunque no se descarta el hecho de que pueda haber otros miembros pertenecientes, o que se presentan como descendientes de esta y otras culturas del desierto, simplemente tratando de sacar ventaja económica del recurso del sapo.

  • No sólo contiene 5-meo-DMT, sino 11 triptaminas.
  • No existen evidencias claras de un uso ritual psicoactivo en las culturas indígenas de Aridoamérica y Mesoamérica
  • No existen evidencias de que pueda ser utilizado como un tratamiento contra las adicciones
  • El término medicina no es consensuado por las diferentes culturas indígenas de Sonora

De igual forma al interior de las culturas involucradas no existe un uso consensuado del mismo como medicina, mientras es aceptado por unos, también es rechazado por otros, lo que deja de manifiesto la diversidad de posicionamientos respecto al sapo tanto al interior como al exterior de estos grupos.

Su prevalencia en nuevos contextos rituales urbanos se ha insertado en una lógica de consumo psicoactivo panindigenista en el que se les quiere tratar a recursos vinculados a un sustrato cultural indígena como una cura a los malestares psico-emocionales de la sociedad actual, como también lo evidencian nuevos usos sobre el peyote o el yajé/ayahuasca, que se buscan como herramientas de transformación, auto-conocimiento y bienestar, a través de la interpretación que abre el universo de la subjetividad –individual o colectiva- que transforma la experiencia psicodélica en un hecho de verdad, proporcionando la articulación coherente entre la creencia, la experiencia y el discurso con que se enuncia, el cual abre la posibilidad de cruzar un umbral que permita generar una apropiación espiritual interpretativa que ayude a quienes buscan una experiencia dadora de sentido a tener confianza en el transcurso del tiempo de su existencia.

En términos generales, la medicina del sapo ha sido un proceso de prueba y error, de experimentación y diversidad de interpretaciones en cuanto a su uso. El conocimiento en cuanto a las implicaciones que este puede tener en el ser humano y en la sociedad, aún se encuentran en proceso de ser construido.

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