Sarai Piña Alcántara es licenciada en etnología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Estudió antropología social en el CIESAS-CDMX. Ha realizado investigación en el área durante 15 años.
Hace más de 60 años el etnomicologo Gordon Wasson y su esposa Valentina, descubrieron prácticas rituales con el uso de los Ndi xijto (pequeño que brota), hongos enteogénicos utilizados en el modelo de salud de atención doméstico y del sistema chamanico mazateco. Este descubrimiento los llevó a la mítica figura de la chjota chjine (gente que sabe) María Sabina, quien por diversas circunstancias y por el apremiante contexto del boom psicodélico de los años 60’s mostró a aquellos occidentales, su terapéutica con los pequeñitos que brotan, en lo que ahora podría denominarse un acto de neo-colonización e incluso biopiratería; pues aquella mujer poco imaginaba lo que ocurriría tras mostrar su libro de conocimiento y a los niñitos santos. Javier, hijo del hombre que llevó a Wasson donde vivía María Sabina, comentó: “Él hacia lo que quería, porque pobre viejita ahí estaba para el refresquito, ni si quiera hacía caso de qué es lo que hacía el otro, ella hacía su trabajo”.
Sin saberlo María Sabina, fue la primera neochamana mazateca, pues una vez que dio a conocer el tratamiento con los honguitos, un sin número de hombres y mujeres de todo el mundo han visitado el municipio de Huautla de Jiménez, demandando veladas y el uso lúdico o espiritual de los Ndi Xijto. En aquel entonces, Huautla comenzaba a contar con una infraestructura básica para recibir foráneos como comerciantes de café, usureros y grupos religiosos; tras la llegada de los güeros, como les suelen decir a los turistas, la infraestructura de hospedaje y alimento fue elaborada de manera emergente por el pueblo.
En ese sentido siguiendo a Doxey, Huautla se encuentra en “las primeras fases del desarrollo turístico que suelen caracterizarse por actitudes en cuatro etapas: euforia, apatía, molestia y antagonismo…unas actitudes positivas hacia los visitantes en las que éstos son bien recibidos” (San Martin 2003: 33). El encuentro entre mazatecos y los buscadores de lo sagrado fue impulsado por los descubrimientos de Wasson y Hofmann respecto a la psilocibina, por el cual una oleada de hippies, o lo que quedaba de ellos a finales de los años 60’s motivados por el movimiento psicodélico vieron en Oaxaca una meca para practicar el amor libre y la expansión de la conciencia; ante ello los huautlecos con cierta curiosidad comenzaron a entablar relaciones sociales y económicas, en un principio basada en la reciprocidad, pues era común ver el intercambio de ropa, radios y artículos a los que no tan fácilmente los mazatecos podían acceder a cambio del teonanácatl (carne de dios), como lo nombraban aquellos hippies, al hongo sagrado. Sin embargo, esto se fue modificando una vez que el hongo, comenzó a tener un valor monetario y era intercambiado por uno o dos pesos de aquella época, los mazatecos vieron que a través de dicho intercambio podrían acceder a demás bienes materiales, obviamente este proceso fue impulsado aun más tras la inclusión de los mazatecos en un mundo más globalizante.
Colaboradores mazatecos refieren que el valor de cambio en los hongos se debió a que el mismo turista tejía la relación comercial, pues veía en el intercambio monetario la única alternativa para poder adquirir los hongos. Sin embargo, la relación turista/mazateco iba más allá de la relación comercial, ya que algunos mazatecos, al acostumbrarse a verlos por rutas huautlecas, los hacían partícipes de las dinámicas al interior de la comunidad. Estas nuevas relaciones comenzaron a hacerse más transversales, pues ya no eran sólo visitantes que obtenían algunos bienes por parte de los anfitriones como comida, techo y hongos. Ahora los anfitriones también negociarían relaciones y bienes en búsqueda de status y de relaciones de supervivencia. Como señala Doxey, “a medida que los visitantes se van incrementando, cada vez son menos los residentes que interaccionan con los turistas, que, a su vez, dejan de ser una novedad. Los encuentros están más motivados por intereses personales, por lo que la euforia inicial se ha convertido en un sentimiento de apatía que provoca que los contactos sean más formales y comercializados. Los turistas pasan de ser bien recibidos a ser tolerados” (San Martín 2003: 34). El valor de uso ha pasado a tener un valor de cambio, y esto influye de igual forma en las relaciones sociales de los viajeros con los neochamanes autóctonos y quienes venden el bien sagrado, los hongos; ya que además del dialogo intercultural que se llega a establecer, varias veces se llegan a tejer alianzas que antes eran de carácter endogámico, como lo son las relaciones de compadrazgo, las cuales para ahora los mazatecos son la vía para acceder a cierto capital cultural que les ayude a desenvolverse sobre todo en contextos urbanos.
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En los últimos años se ha intensificado el neochamanismo autóctono en donde curanderos de la zona han adaptado el ritual a demanda de los güeros y el neochamanismo occidental, en el cual hombres y mujeres citadinos de diversos países acuden a la región para aprender ciertas técnicas mazatecas para el manejo de los niños santos, y ofertarlo a ávidos occidentales de la experiencia espiritual que dote de sentido a sus vidas. Sin embargo, en algunas ocasiones los turistas prefieren hacer ingestas solos o con algún grupo de amigos, ya sea apropiándose parajes naturales y sagrados como el Cerro del Chikon Nindo Tokosho o en los cuartos de cabañas y hoteles, elaborando así su propio ritual.
La mayoría de los turistas que llegan a tierras mazatecas además de ser atraídos por los psilocibes, lo hacen motivados por el mito de María Sabina y sobre el misticismo de aquel lugar, esto a través de toda la iconografía y de los medios de comunicación que la han hecho circular, elaborando así una imagen hiperreal del chamanismo mazateco y de los sabios, que como diría Lagunas: “la realidad se ha disuelto en imágenes o representaciones que son experimentadas como si fueran reales, más reales que lo real” (Lagunas 2007: 119). En ese sentido se desconoce que la velada con los niños santos es todo un soporte terapéutico elaborado por los mazatecos y cuyo agente es el hongo, que cuyo fin es lograr curación física, espiritual y social, teniendo en cuenta que estos ejes están concatenados, pues los mazatecos tienen su propio concepto de persona y cuerpo, cuestión que abordaré más adelante.
A estas tierras llegan diversos turistas con intereses especiales, basándome en una tipología que hizo Vincent Basset en su estudio en la zona Wirarika, he encontrado algunas similitudes, en Huautla encontramos a:
- Psiconauta: Quienes visitan las zonas en función de los enteógenos que puedan hallarse en la zona, teniendo una relación lúdica sensorial con el lugar, además de generar lazos de grupo entre ellos, generando cierta distinción con los demás turistas, además de cierta fascinación por la figura del ‘otro’ o ‘buen salvaje’ y en torno a los sabios de la medicina en cuestión” (Basset 2010: 208). Los “psiconautas” que arriban a tierras huautlecas, se forjan lazos de compañerismo y jerarquía alrededor del consumo de enteógenos, se reconoce a aquel que ha tenido mayor contacto con diferentes sustancias enteogénicas, y sus experiencias van de la lúdica a la mística inducida.
- Peregrino: “Elige los lugares para visitar respaldado por un interés religioso o sagrado de índole prehispánico. Solitario a la búsqueda de un grupo de iniciación, el peregrino siente aversión por el turista ‘convencional’ y relación competitiva hacia otros iniciados frente al poder nacido de prácticas chamánicas; muestra gran admiración hacia los indios practicantes del chamanismo, y desestima la figura del indio moderno; dentro de sus fines específicos se encuentra la transformación de su ser, el aprendizaje y la práctica de rituales amerindios, así como un cambio de estatus identitario” (Op. cit., p. 208). Este tipo de turistas también son recurrentes en Huautla, sobre todo los turistas peregrinos liderados por grupos New Age, en su mayoría provenientes del Distrito Federal, Puebla y Veracruz, quienes buscan contacto moderado con el mazateco actual y recurren a neochamanes autóctonos, así como a la apropiación de espacios sagrados mazatecos como el Cerro del Chikon Nindo Tokosho. Estos turistas tienen un itinerario anual de visitas a diferentes lugares donde se ejerce el consumo de enteógenos, por lo que ya cuentan con varios años en la búsqueda de tales sustancias. Buscan diferenciarse de los demás turistas al sobrevalorar su experiencia enteogénica, pues la elevan a una vivencia mística. Varios de estos turistas no tienen un contacto directo y permanente con los mazatecos, ya que se encierran en una especie de burbuja, el contacto se da sólo con algún mazateco considerado por ellos como conocedor de los hongos o bien, con aquellos que den un servicio de comida o de hospedaje.
- Artesano: cuya “relación con el lugar es en función de sus actividades artesanales, pasando por tres ejes: venta, producción y abastecimiento. Se trata prácticamente de una relación económica, están en búsqueda de la ‘banda de los artesanos’, tejen relaciones de ayuda y competencia entre diferentes grupos de artesanos. Niegan ser turistas debido a su práctica artesanal, por lo cual tienen una posición ambivalente frente al turista, entre distinción estatuaria y dependencia económica. Las características que los delimitan son el viajar y trabajar, pues por medio de esto aprenden nuevas destrezas y técnicas de trabajo” (Op. cit., p. 208). Dicho perfil turístico está presente en Huautla durante las temporadas altas, comprendidas en junio y julio, cuando se lleva a cabo el Festival de María Sabina.
- Investigador. Son todos aquellos que ya sea por curiosidad o impulsados por un deber académico arriban a la zona, ya sea para investigar cuestiones de cultura o bien medio ambiente, y aprovechando el contexto deciden tener alguna experiencia con los pequeños que brotan.
Es importante destacar que, sin importar el tipo de turista que llega a tierras huautlecas, todo comparten la curiosidad y el propósito de elaborar una experiencia a través de los pequeños que brotan, que dote de sentido su existencia, pues siguiendo a Dufour, estos buscadores de lo sagrado se ubican en un contexto de crisis de referentes en el cual, ya no es la figura de Dios ni del Estado los grandes referentes, sino el mercado el que ha ocupado dicho lugar, creando grandes interrogantes, pues “llegamos a una época que ha presenciado la disolución, la desaparición incluso, de las fuerzas sobre las cuales se apoyaba la ‘modernidad clásica’. (Dufour 2007: 33). Las preguntas inherentes al ser humano se han acentuado ante la crisis de referentes, lo que orilla a jóvenes y adultos occidentales a volcarse hacia este tipo de experiencias de toxicomanía, dotándolas de un sentido profundo que permite reconstruir dichos referentes trascendentes en una especie de nuevo movimiento espiritual y psicodélico. En ese sentido estamos frente a un tipo de neotribalismo y nomadismo posmoderno surge como una expresión de escape y exilio a la “violencia totalitaria” que ejerce la modernidad, y que solo sedentarizado se puede dominar: “El nomadismo es totalmente antitético a la forma del Estado moderno. Y éste trabaja con constancia para suprimir aquello que considera supervivencia de un modo de vida arcaico. Sólo sedentarizando se puede dominar” (Maffesoli 2004b: 23).
Resultado de este proceso Huautla ha sido integrada al programa de Pueblos Mágicos desde hace poco más de 3 años; en dicho nombramiento están involucrados algunos personajes huautlecos que abogan por atraer un tipo de turismo distinto al que hoy arriba a tierras mazatecas, buscando captar un turismo cultural, a través de la folklorización de la cultura. Es importante señalar que detrás de dicho nombramiento se juegan múltiples intereses políticos, pues del recurso que se asigna por ser parte del programa, no ha impactado de manera propositiva al grueso de la población, aunado a que en la búsqueda de “formalizar” dichas actividades, lo que se busca es quitar el control de las manos de los lugareños los servicios que hasta este momento venían ofertando.
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Desde mi punto de vista no sólo Huautla, sino demás municipios mazatecos están teniendo después de 60 años un nuevo boom, en donde todo este tipo de turistas está convergiendo, impulsados por una segunda vuelta de tuerca en el movimiento psicodélico tanto en Estados Unidos como en Europa, eso impulsado también a nuevas legalizaciones y licencias en algunos países, se puede hablar del “renacimiento psicodélico”, donde se retoma el interés por el uso de enteógenos en ámbitos clínicos (Sessa, 2012a, 2012b citado en Méndez, 2013, p. 38).
Ahora después de muchos años se vuelve a poner atención en los beneficios a la salud mental que la psilocibina puede tener, sin embargo, se ha dejado a un lado que no sólo es la sustancia per se la que tiene un impacto a nivel neuronal en quienes la consumen, sino que ésta en el caso de los mazatecos, está sostenida por todo un sistema operativo ritual. Dicho operativo lo denomino sistema chamánico mazateco, en el cual se desarrolla una serie de relaciones sociales, y de atención a la salud alrededor del Ndi Xijto. En dicha atención de salud, se tiene toda una teoría en torno al cuerpo, y su posicionamiento en el universo. Los mazatecos se conciben por un cuerpo biológico y un conjunto de “entidades anímicas” entre las que se cuentan los sén nizjin jko (espíritu cabeza), os sén nizjin xi tíjon (espíritu principal) y los xi majaóni (segundos). Dichas entidades anímicas tienen la capacidad de salir de manera temporal en sueños, delirios por enfermedad o accidentes graves, así como en la ingesta de enteógenos (Manrrique 2013: 94). Dichos espíritus están en constante peligro cuando se rompe algún tabú en la geografía sagrada mazateca, pues en las cuevas, montañas y ríos se convive con seres denominados Chikones y La’as, quienes cuidan y conservan el equilibrio de la madre tierra. Al respecto el Chijne Félix explica: “Todo está conectado con el Padre Dios, todo. Lo que es las flores, las plantas, los animales, hasta los animales que no ven, los ojos, porque en la Madre Tierra hay una infinidad de animales que hacen que la Madre Tierra esté en función, porque para todo a la Madre Tierra le sirve, pero es por algo. En la tierra cada Ser tiene su círculo o su lugar. Cada Ser tiene su misión. Lo que le decimos, por ejemplo, a usted le decía Chikon. Esos seres son seres que fueron establecidos también por Dios. Y esos seres están para velar a la Madre Tierra”. Los chojta chjine, o gente que sabe son los encargados de intermediar las relaciones entre los mazatecos y los no humanos, para ello recurren a una serie de procedimientos, uno de ellos es el diagnóstico a través de diversas especialidades como: lectura de vela, lectura de copal, lectura del oráculo, lectura del maíz, y así saber qué es lo que aqueja al paciente. Si el problema de desequilibrio de salud no sólo es físico, sino también espiritual y social, se procede a realizar un ritual con los pequeños que brotan, para poder acceder al mundo sagrado e interactuar con aquellos seres.
Es importante destacar que dicho ritual es elaborado por cada chjota chjine, porque el chijne es un enfermo que se ha curado y ha elaborado un método en torno a cómo tratar la enfermedad, a través del uso de los honguitos. No obstante, dicho conocimiento también es de carácter doméstico, pues si bien el chjine es el guía en el ritual la curación se realiza desde una lógica colectiva, todos los presentes participan en la misma, pues durante mucho tiempo los honguitos han sido utilizados como método de atención doméstica para aliviar diversas enfermedades tanto físicas como aquellas que tengan que ver con perdida de entidades anímicas.
El ritual de los ndi xijto se sigue llevando a cabo en los hogares mazatecos, aún con la oleada de turismo y con los ojos puestos en aquella región, desde una perspectiva exotisante, los mazatecos siguen curándose con los honguitos desde al ámbito privado, pues es algo delicado. No obstante, ahora se negocia desde adentro qué tanto se les mostrará a los güeros como suelen denominar a los turistas y viajeros. Dicha negociación se hace desde el valor de uso monetario, pues tanto las veladas como los pequeños que brotan tienen un costo; pues como bien lo han argumentado algunos neochamanes autóctonos y recolectores de lo sagrado, ante la demanda ha crecido el trabajo. En el caso de los recolectores de la medicina, la demanda ha impactado en cómo es que recolectan y sobre todo el impacto ambiental que hubo tras la demanda que tuvo hace varias décadas atrás, pues hoy aseguran que cada vez es más difícil encontrar dentro del municipio a los pequeños que brotan, y tienen que ir a municipios más alejados para conseguir el bien sagrado. Cabe aclarar que todos aquellos que se dedican a la venta del bien sagrado, no es la única tarea que realizan para subsistir, por el contario ésta es realizada sólo para complementar el gasto familiar. Los “viajes” como denominan a los tamalitos con niños santos suelen variar de precio, según la especie, ya que según la temporada puede haber Psilocibe Cubensis “San Isidro”, o Derrumbe, cuyos precios están de entre los $35 y $45, entre más baja sea la temporada de honguitos, más se incrementa su precio, pues es más difícil conseguir la medicina; la cual es demandada tanto por turistas como por mazatecos.
A esto se le suma que en la región desde hace más de un año está la presencia de grupos de narcotráfico, que han sembrado el miedo entre los pobladores y sobre todo de aquellos que como parte de sus actividades económicas comercializan el bien sagrado, pues temen que estos grupos no entiendan el estatus que tiene el honguito, y sea percibido como una droga más por la cual deberán pagar rentas a los cárteles para el intercambio con los turistas.
Además de este escenario, está el contexto de la búsqueda de legalizar el uso lúdico y médico de la psilocibina en Estados Unidos y Europa, lo cual ha atraído a ciertos grupos de extranjeros que buscan “reivindicar” el uso ritual de los hongos, pues declaran estar contra del paradigma de medicantilización y por ende de mercantilización de la psilocibina. No obstante, contribuyen a la apropiación cultural de elementos importantes durante la velada con los niños santos. En el último año he observado la afluencia de turistas que buscan la lo que Fericgla denomina la democratización del chamanismo (Fericgla, 2000:115) , en una lógica del “yo” del despertar y crecimientos espiritual que los legitime para poder “ayudar a otros”, esto ha conllevado a cierta explotación de chamanes autóctonos, a quienes se les solicita innumerables ceremonias, de las que estos neochamanes occidentales aprenden ciertos métodos de la terapéutica mazateca para después ser ofertados en otros lados del mundo a ávidos buscadores de lo sagrado; en una especie de mercantilización de la psilocibina como la panacea que curará todos sus males.
Ante dicho escenario, varios mazatecos han expresado su preocupación entorno a la escasez del pequeño que brota, algunos recolectores y vendedores del bien sagrado comentan: “Yo creo que ya no quieren salir los honguitos, porque la gente de afuera lo toma a juego o como negocio”, comentó un recolector. Otra mujer dijo: “Ya no salen porque la tierra está enojada, porque la gente ya no le tiene respeto”. Dichas aseveraciones son realizadas hacia los foráneos y se insertan en un discurso identitario y de respeto hacía para lo que los mazatecos, es sagrado, tanto el hongo como una entidad con vida, como el ritual que sustenta todo el método terapéutico de sanación hacia su concepción de cuerpo y entidades anímicas que lo conforman. Con esto no quiere decir que el pueblo mazateco se oponga a que occidentales tengan acceso a los niños santos, por el contrario, desde su salida a la luz pública han negociado esas relaciones, en todo caso se manifiestan en contra de que sus elementos se descontextualicen y sean usados con fines lucrativos. Ante el eminente proceso de búsqueda de patentar la sintetización de la psilocibina por parte de la organización Compass Pathways para tratamientos de depresión en occidente, algunos curanderos de la zona han dado su opinión, Don Félix dijo: “Si es para bien como curar, es bueno, pero si nada más es para negocio no está bien, porque esto es para curar no para sacar provecho económico”.
Los mazatecos parecieran que siguen siendo parte de la apropiación cultural entendida como la toma de elementos de una cultura no dominante y a la que no se pertenece, trivializándolos y despojándoles de todo su valor simbólico, convirtiéndolos en algo superficial, y se utilizan en beneficio propio, para lucrarse económicamente o para obtener prestigio. Algunos neochamanes occidentales, han incluso buscado crear elementos a nivel imagen de los seres sagrados mazatecos llamados chikones para ser parte del altar con el que ofrecen sus terapias chamanicas o de psicoterapia, pues son combinadas con demás tradiciones de las que han sido testigos en sus múltiples viajes en diversas culturas.
A este contexto se le suma la biopiratería, pues durante todos estos años se ha observado que varios micólogos sobre todo estadounidenses acuden a la zona con el fin de extraer las esporas del hongo Derrumbe (Psilocybe Caurelescens Mazatecorum), sin mucho éxito, pues dentro de sus intereses ahora está el poder crear hongos sintéticos y ofertarlo al mercado terapéutico y clínico, desde una vertiente monopolizadora.
En conclusión, valdría la pena plantearse la posibilidad de que el ndi xijto y su uso ritual puedan acceder a ser considerado como patrimonio biocultural de los pueblos mazatecos, con el fin de que aquello que los mazatecos denominan medicina, siga siendo parte de su ontología mazateca.
REFERENCIAS
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LAGUNAS, David. Antropología y turismo: claves culturales y disciplinares. David Lagunas
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MAFFESOLI, Michel. El nomadismo. Vagabundos iniciáticos. Fondo de Cultura Económica,
2004b, 216 pp.
MANRIQUE, Rosado Lidia. Porque también somos espíritus. Entidades anímicas y sus enfermedades entre los mazatecos. (91-120 pp) En “Los sueños y los días. Chamanismo y nahualismo en el México actual”. III. Pueblos de Oaxaca y Guerrero. BARTOLOME, Miguel A. y BARABAS, Alicia M. (Coordinadores). Etnografía de los pueblos indígenas de México. INAH, 2013, 302 pp.
SAN MARTÍN, Jesús. Relaciones interculturales en el contexto turístico. Boletín de Psicología, No. 77, marzo 2003, 19-38.
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Méndez López, M. (2013). Psicofármacos y espiritualidad: La investigación con sustancias psicodélicas y el surgimiento del paradigma transpersonal. Journal of Transpersonal 69 Research, 5(1)36-57. SESSA, B. (2008) Can psychedelic drugs play a role in palliative care? European Journal of Palliative Care. 15(5)234-237. Recuperado de: http://www.neurosoup.org/articles/_notes/palliativecarejournalsessa.pdf