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¿Cómo mis tíos abuelos apoyaron al Poder Negro y desenmascararon a la CIA?

Wesley Bellanca reflexiona sobre sus tíos abuelos, que apoyaron a los Panteras Negras y desenmascararon a la CIA en los años sesenta. Entrevista a su hija y explora el solapamiento entre la revolución psicodélica y el movimiento político de los años sesenta. Al hacerlo, adquiere una comprensión más profunda del movimiento por los derechos civiles.

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Wesley Bellanca es el supervisor principal de Fireside Project, una línea de apoyo psicodélico sin ánimo de lucro que ayuda a las personas por teléfono o mensaje de texto durante o después de las experiencias psicodélicas.

Como una práctica de integración y conclusión de este curso sobre diversidad y justicia social en el universo psicodélico, he decidido explorar un capítulo fascinante de mi historia familiar que involucra el activismo por los derechos civiles y el periodismo progresista explosivo. En 1962, mis tíos abuelos Helen Keating y Edward Keating fundaron la revista Ramparts, una publicación literaria de la Nueva Izquierda (New Left), conocida por su coraje, la alta calidad de producción y el compromiso con los movimientos a favor de los derechos civiles y en contra de la guerra. Edward era el editor de la revista y Helen (quien dio su nombre a mi madre) ocupaba un cargo importante en el consejo editorial, además de aportar la mayor parte del apoyo financiero.

“Se oponían con vehemencia a la guerra, apoyaban la quema de tarjetas de reclutamiento y eran críticos implacables de lo que, desde su punto de vista, eran injustas políticas exteriores e interiores del gobierno de los Estados Unidos”.

Helen y Edward, al igual que yo, descendemos principalmente de europeos occidentales y septentrionales, con todos los privilegios que eso supone. Sin embargo, ellos creían profundamente en las causas de la justicia social e hicieron de los derechos civiles una de sus mayores pasiones. Apoyaron al partido de las Panteras Negras y a uno de sus primeros líderes, Eldridge Cleaver, a quien le pagaron la fianza cuando fue encarcelado y más tarde contrataron como escritor. Se oponían con vehemencia a la guerra, apoyaban la quema de tarjetas de reclutamiento y eran críticos implacables de lo que, desde su punto de vista, eran injustas políticas exteriores e interiores del gobierno de los Estados Unidos. Más tarde, sus sucesores en Ramparts publicaron el primer artículo sobre el “falso orgasmo”, sacando a la luz pública temas tabú para las mujeres.

Ilustración de Mariom Luna

Quizás lo más escandaloso fue que Ramparts publicó una historia en donde detallaba cómo la CIA se había infiltrado en la Organización Nacional de Estudiantes y, en secreto, estaba moviendo los hilos de los gobiernos estudiantiles en los campus universitarios de todo el país. Esto provocó una enorme ola de críticas a nivel nacional en contra de la CIA y destapó la olla de su financiamiento encubierto no sólo al movimiento estudiantil, sino también a la iglesia, la prensa, a grupos de expertos y al movimiento obrero. Como escribió Louis Menand en The New Yorker: “La revelación tuvo un efecto en cascada y ayudó a marcar el final de la primera fase de la Guerra Fría” (Menard, 2015).

Ha sido toda una revelación saber que mis tíos abuelos sacaban a las Panteras Negras de prisión, exhibían a la CIA, influían en la política mundial y estaban en el corazón de la resistencia progresista de los años sesenta. A lo largo de los años, he estudiado la revolución psicodélica de los sesenta con cierto detalle, pero mirar mi propio árbol genealógico me ha abierto los ojos para entender más profundamente la revolución política y los movimientos por los derechos civiles de esa época.

ENTREVISTA

Para comprender este capítulo de mi linaje con más detalle, contacté a mi tía Karen McCann (apellido de soltera de mi tía abuela Keating), quien es la hija de Edward y Helen.

Wesley Bellanca: Según tengo entendido, Ed y Helen aprovecharon sus privilegios de blancos clase alta para fundar una revista radical que promovía los derechos civiles y apoyaba a los activistas Negros. ¿Es esta una apreciación correcta?

Karen McCann: De hecho, Ramparts nació como una revista literaria católica. Su intención era publicar –como explicaba en su primer número de 1962– “ficción, poesía, arte, crítica y ensayos de calidad, reflejando los principios positivos de la tradición helénico-cristiana que ha formado y sostenido a nuestra civilización durante los últimos dos mil años, y que todavía son necesarios para guiarnos en una época cada vez más secular, desorientada y temerosa”. Cada número era una obra de arte, inteligentemente editado, bellamente diseñado y costosamente producido.

“Pero la combinación del temperamento de papá (que nunca pudo evitar pelearse con la clase dirigente), el deseo de mamá de defender a los desvalidos y los años sesenta, todo confluyó para hacer de Ramparts una revista de la izquierda radical que atrajo a una multitud enloquecida”.

Al principio, el ambiente era de colaboración con la Iglesia católica, pero eventualmente papá y los jesuitas se pelearon por el contenido (no puedo recordar el tema específico en este momento), y muy pronto Ramparts publicó material crítico de la iglesia que reaccionó denunciándole. Creo recordar un editorial de la revista Times criticando a Ramparts. Las batallas con la iglesia pronto resultaron en batallas con “el establishment” (como se le llamaba entonces) por otros temas; el primero y más importante: los derechos civiles. Una de las primeras grandes historias de Ramparts cubrió el asesinato de tres trabajadores de los derechos civiles en Mississippi, en 1964. Para ese momento el aspecto ya no era tan artístico, era una publicación de noticias y reportajes contundentes. Así que, para responder a tu pregunta, Wesley, ellos no se propusieron fundar una revista de izquierda radical, en absoluto. Pero la combinación del temperamento de papá (que nunca pudo evitar pelearse con la clase dirigente), el deseo de mamá de defender a los desvalidos y los años sesenta, todo confluyó para hacer de Ramparts una revista de la izquierda radical que atrajo a una multitud enloquecida. ¿Has leído el libro de Warren Hinkle If You Have a Lemon Make Lemonade (Si tienen un limón haz limonada)? Es autocomplaciente, pero capta el espíritu de la época y habla mucho de mi padre y un poco de mi madre.

Ilustración de Luana Lourenço

WB: ¿Tú considerarías a Ed y/o Helen como aliados importantes de las personas racialmente oprimidas? ¿Por qué sí o por qué no?

KM: Sí, yo diría que ellos hicieron un trabajo importante, como dar una plataforma y una voz a los miembros de las minorías oprimidas que de otro modo no habrían sido escuchados.

WB: ¿Te consideras parte de un legado familiar progresista del que puedes sentirte orgullosa?

KM: Me siento orgullosa del trabajo que hicieron mis padres en lo que se refiere a publicar noticias sobre derechos civiles y otros temas, organizar grandes marchas en San Francisco para protestar contra la guerra de Vietnam, etc. Ellos trabajaron duro, pusieron su dinero en donde estaban sus principios y defendieron aquello en lo que creían.

WB: ¿Cómo te has relacionado con el auge de la justicia social y el movimiento BLM (Black Lives Matter, en castellano, Las Vidas Negras Importan) en los últimos años? Como alguien que creció en medio de estos temas en los años sesenta y setenta, imagino que tienes una perspectiva única del movimiento BLM.

KM: Sigo dando una buena batalla. Como sabes, la mayor parte del año vivo en Sevilla, España. En enero de 2017 me convertí en miembro fundador del grupo anti Trump American Resistance Sevilla (Resistencia Americana Sevilla), y pasé los siguientes cuatro años organizando marchas, protestas en línea, un boletín, una campaña de registro de votantes, entre otros eventos, para la comunidad de expatriados de Sevilla. En el verano de 2020, mi esposo y yo estábamos en California, y pasábamos tres tardes a la semana en la intersección más concurrida del condado de Marin, sosteniendo carteles de Black Lives Matter e instando a la gente a votar. La verdad es que fue muy divertido y recibimos mucho apoyo de la comunidad, con algunos alborotos ocasionales para ponerle un toque de picante. Cada vez que iba a esa esquina pensaba en mi mamá. Ella me inculcó la convicción de que lo que hacía ahí afuera realmente importaba.

WB: Eldridge Cleaver es una figura controvertida con algunos defectos graves.  ¿Ed y Helen alguna vez cambiaron su opinión de apoyarle? Tengo curiosidad por saber cómo encajaba en el panorama.

KM: Recuerdo mucho al Eldridge del principio; como probablemente sabes, en la dedicatoria de Soul on Ice (Alma sobre hielo) elogió a mi padre por ser “el primer profesional que prestó atención a mis escritos”. Pero no sé qué pensaron mis padres de él más tarde, si cambiaron de opinión o no.

REFLEXIONES

Aprendí mucho de este curso de Chacruna sobre diversidad y justicia social, tanto para entender cómo se aplica al movimiento psicodélico, como para introducirme más profundamente en estas causas.

Aprendí mucho de este curso de Chacruna sobre diversidad y justicia social, tanto para entender cómo se aplica al movimiento psicodélico, como para introducirme más profundamente en estas causas. Uno de los primeros obstáculos que enfrenté al estudiar este material fue mi propia condición de persona blanca y privilegiada. Era difícil no sentirme culpable de facto, parte del problema, avergonzado de mi linaje y sometido a algún tipo de ataque implícito. Mi primera reacción instintiva fue defenderme: hablar de mis queridas tías y primas lesbianas, de mis muchos amigos BIPOC (acrónimo en inglés usado para referirse a personas negras, indígenas y de color) y queer; de mi historia como escritor sobre la racista guerra contra las drogas, de mi defensa de la reforma de la política de drogas, de mi plataforma de voces diversas en el movimiento psicodélico: Psychedelic Times, y así sucesivamente.

Todo esto surgió de la inseguridad de ser juzgado por el color de mi piel, y fue entonces cuando se encendió el primer foco. Esto es exactamente con lo que las minorías han estado lidiando durante siglos, o quizás desde siempre. Sus elecciones personales, principios morales, logros y dones únicos, regularmente, son subestimados y pasados por alto por parte de la mayoría privilegiada que los juzga por el color de su piel y su apariencia externa. No estoy diciendo que en este curso, que fue muy cálido e inclusivo, me haya llenado de prejuicios, sino que por primera vez en mi vida sentí ese miedo, y eso realmente me hizo darme cuenta de lo privilegiado que he sido toda mi vida. Esto no quiere decir que experimentara ni siquiera el equivalente a una fracción, pero sí que la experiencia de sentir la posibilidad de ser juzgado por el color de mi piel me hizo profundamente más empático hacia las personas no blancas y cristalizó el entendimiento del privilegio de ser un hombre blanco.

Este curso también coincidió con un renovado interés que he tenido por mi propio linaje familiar. La mayor parte de mi vida he adoptado, sin cuestionar, la identidad de un “estadounidense blanco”. Me rebelé contra mi educación políticamente de izquierda, pero socialmente conservadora, e hice muchas cosas de las que me he sentido orgulloso como dirigir una aldea ecológica por muchos años, enseñar permacultura, estudiar las religiones del mundo, hacer y exponer arte visionario, trabajar en el campo de la psicodelia durante ocho años, y, ahora, ser miembro importante del Proyecto Fireside (Fireside Project). Sin embargo, siempre me he sentido esencialmente desvinculado, sin una conexión real con mis raíces.

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Gracias a este curso, que me permitió sostener la conversación anterior con mi tía Karen, y otras conversaciones con los miembros de mi familia, siento que tengo una comprensión más profunda de mi linaje familiar. El legado de mi estirpe es el de mujeres fuertes. Mi tatarabuela, Molly Langley, fue la primera mujer propietaria de una compañía petrolera en Estados Unidos, y no sólo eso, la empresa era propiedad y estaba financiada en su totalidad por mujeres inversionistas. Supuestamente, Molly también fue amiga de Susan B. Anthony y participó en el movimiento por el sufragio femenino. Mi bisabuela, Ramona Langley, fue una estrella del cine mudo. Mi abuela materna fue una amada matriarca que adoptó la espiritualidad Vedanta Advaita, medio siglo antes de que estuviera de moda, y me introdujo en ella cuando era adolescente. Mi abuela paterna es una gran pintora al óleo; y como ya he dicho, mis tíos abuelos fundaron una revista literaria de gran impacto, y mi tía es una escritora y activista consumada.

Siento que tengo un entendimiento más claro de mis raíces, de la condición de hombre blanco, de las luchas de las personas de color (BIPOC) y LGBTQAI, y de cómo puedo contribuir a un mundo mejor aprovechando mi posición privilegiada para elevar las voces oprimidas, decirle la verdad a los poderosos, abogar por un mundo más justo a través del poder de la palabra escrita, y cuidar de la familia y la creatividad como lo hicieron mis ancestros antes de mí.

Siento que tengo un entendimiento más claro de mis raíces, de la condición de hombre blanco, de las luchas de las personas de color (BIPOC) y LGBTQAI, y de cómo puedo contribuir a un mundo mejor aprovechando mi posición privilegiada para elevar las voces oprimidas, decirle la verdad a los poderosos, abogar por un mundo más justo a través del poder de la palabra escrita, y cuidar de la familia y la creatividad como lo hicieron mis ancestros antes de mí. Como yo trabajo en la primera línea del movimiento psicodélico brindando apoyo telefónico a pares a través del proyecto Fireside, ayudo a gestionar nuestra iniciativa de equidad y a empoderar las voces BIPOC, de militares veteranos y personas trans; puedo hacerlo sabiendo que forma parte de una tradición en la que mi familia ha estado involucrada por más de medio siglo (o más de un siglo, considerando el rumor del papel de mi tatarabuela en la lucha por el sufragio femenino). Esto le aporta un significado aún más profundo a mi trabajo, sabiendo que procedo de un linaje de activistas progresistas, aliados de los oprimidos.

Si bien este ensayo se enfoca en mi historia familiar de alianzas, sólo representa una pequeña fracción de lo que he aprendido en este curso. También tengo una comprensión mucho más profunda de la relación entre el género y los psicodélicos; de cómo las microagresiones y la codificación están presentes en todos los aspectos del movimiento psicodélico, y por qué es tan esencial contar con terapeutas psicodélicos de diferentes ascendencias e identidades, sólo por mencionar algunos.

Estoy inmensamente agradecido con Chacruna y con todos los instructores del curso, por esta enseñanza profundamente importante y por el proceso de introspección personal y familiar que han catalizado. Las ideas que aprendí en el curso son apenas el principio, y lo honraré dándole continuidad a la reflexión e integrando estas revelaciones el resto de mi vida. 

Traducción de Jenny Nava Díaz
Portada de Mariom Luna

Referencias

Menard, L. (2015, 16 de Marzo). A friend of the Devil: Inside a famous Cold War deception. The New Yorker. https://www.newyorker.com/magazine/2015/03/23/a-friend-of-the-devil 

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