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Cinco cosas que los hongos y las personas no binarias tienen en común

¿Qué tienen en común los hongos y las personas no binarias? Summer Vineyard hace un recuento de cinco puntos que conectan ambas, como la invisibilidad y la eliminación, las fobias sociales y la deconstrucción de los binarios.

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Summer Vineyard es una editora no binaria, educadora y terapeuta psicodélica en formación residente en Denver, Colorado. Disfruta explorando, celebrando y educando a otros sobre la naturaleza y la vida.

“La micología es queer en la medida en que es marginal, subordinada, contestataria, ridiculizada, pero más críticamente, la micología es queer en la medida en que es disruptiva, colectiva, transformadora, revolucionaria”.

Dra. Patricia Kaishian

¿Qué tienen en común los hongos y las personas no binarias? Aunque esta pregunta puede parecer el escenario de un mal chiste, fue el impulso para escribir este ensayo. Como una persona no binaria, siento una intensa afinidad con el reino fungi y cuando empecé mi viaje en la micología quería averiguar por qué sentía esta conexión tan profundamente. A medida que aprendía más, se me hizo imposible ignorar los paralelismos entre los hongos y las personas queer. Espero que todos los que lean esto aprendan algo. Aún más, espero que este ensayo pueda validar otras experiencias de personas no binarias y de género expansivo, y darles la sensación de ser vistos, de la misma manera en que construir una relación con los hongos lo ha hecho para mí personalmente. (Un dato curioso y divertido antes de entrar en materia: en la encuesta de 2018 de la Sociedad Americana de Micología [Mycological Society of America] 12% de los micólogos se identificaron como LGBTQ+, ¡tres a cuatro veces el promedio reportado a nivel nacional!).

Ilustración de Trey Brasher

Entonces… ¿Qué tienen en común los hongos y las personas no binarias?

Tal vez no sea tan sorprendente que los hongos y las personas queer tengan mucho en común y que buena parte de estas coincidencias se manifiesten a gran escala a niveles sociales, tanto en el pasado como en el presente. Aunque comenzaremos con las cosas más desagradables, ¡terminaremos con las cosas positivas!

Imagen de Karlee Steadman. Publicada con permiso.

#1: Falta general de entendimiento 

Cuando Carlos Linneo, el “padre de la taxonomía moderna”, empezó a etiquetar las cosas en siglo XVIII, sólo estableció dos reinos: el de las plantas y el de los animales.  Abrumado por la desconcertante naturaleza de los hongos, consideró que las especies que había encontrado eran “primitivas” en tanto carecían de similitudes con las plantas, y seguidamente las clasificó como “plantas inferiores”. Los hongos no fueron reconocidos como organismos distintos hasta 1969. Eso es relativamente reciente, ¡hace sólo 50 años! (¡Gracias a Robert Whittaker!) El error clasificatorio de Linneo provocó siglos de malos entendidos y es por eso que todavía estamos terriblemente desinformados sobre los hongos.

Yo encuentro paralelismos entre esta falta de reconocimiento y la historia del movimiento trans* y de género expansivo. En general, a lo largo de la historia, el movimiento trans* ha sido invisible, y aunque en las últimas décadas se han logrado algunos avances, las personas continúan luchando por la aceptación y validez de sus identidades no binarias y de género expansivo. Esto, por supuesto, tiene mucho que ver con cómo estas identidades desafían al binarismo de género, un tema que continuaremos explorando más adelante.

#2: Invisibilidad y borrado

Cuando forzamos las cosas para que entren en unas cajas que niegan su verdadera naturaleza, favorecemos su extinción. Esto puede manifestarse, por ejemplo, en la lucha por la conservación fúngica, o en la invalidación de la existencia de las identidades no binarias. La conservación fúngica es difícil porque, en tanto no los comprendemos completamente, no podemos protegerlos íntegramente. En realidad, la mayoría de los hongos permanece desconocida, tanto que ni siquiera tienen nombres. Sólo alrededor del 4% de las especies han sido identificadas y nombradas, ¡eso es cerca de 120,000 de un estimado de 2.2 A 3.8 millones de especies! (Kaishian y Djoulakian, 2020, p. 15).

Aquí veo paralelismos entre la invisibilidad de los hongos y el borrado de las identidades no binarias y de género expansivo. Un hecho demasiado común para las personas no binarias es tener que debatir nuestra propia existencia. Históricamente, a las personas trans* les ha resultado mucho más fácil ser aceptadas por los otros cuanto más “pasan”. “Pasar” –un concepto heteronormativo que en mi opinión necesita ser oficialmente retirado– se refiere a cuando la expresión de género de una persona trans* se alinea con el género binario, lo que significa que la persona se parece a lo que la sociedad establece sobre cómo debería verse un (cis-)“hombre” o una (cis-)“mujer”. Las personas no binarias o de género expansivo que no quieren seguir estas expectativas construidas socialmente, las desafían, y por lo tanto, son temidas. Este miedo puede presentarse en diferentes formas, desde la evitación y el borrado, hasta la discriminación y la invalidación, pasando por el odio y la violencia absolutos.

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#3: Fobias sociales

Relacionado con lo anterior, tanto los hongos como las personas queer tienen sus propias fobias: micofobia y queerfobia respectivamente. Micofobia es el temor y la repulsión social a los hongos que se manifiesta de diferentes maneras. Por ejemplo, a los niños se les suele enseñar a no tocar ningún hongo porque automáticamente se les considera peligrosos; sin embargo, se pone poco énfasis sobre qué plantas no manipular. Hay cientos, si no miles, de plantas peligrosas; en contraste, sólo una especie de hongo, el coral de fuego venenoso (Podostroma cornu-damae), nativo de Japón, se ha encontrado peligroso al tacto. Asimismo, de las aproximadamente 120,000 especies identificadas, sólo unas 100 son tóxicas al ingerirlas, y de éstas sólo 15 o 20  son potencialmente letales.

Un ejemplo más de la micofobia es la ausencia de estudios micológicos en el sistema educativo. Rara vez se enseña micología, o algo relacionado con los hongos, en cualquier nivel de escolaridad, y si se hace, por lo general se asocia con patologías. Del mismo modo, rara vez se incorporan  las experiencias queer a los planes de estudio y, cuando se hace, habitualmente se les trata como una patología. Esta es una coincidencia más entre la micofobia y la queerfobia.

Otro aspecto que la micofobia y la queerfobia tienen en común es que, bajo su influencia, las cualidades negativas se generalizan a todo el conjunto. Como se mencionó en el ejemplo anterior, en realidad muy pocas especies de hongos son peligrosas. Sin embargo, gracias a la micofobia, se nos enseña que todos los hongos son peligrosos y por lo tanto, deben ser evitados y temidos. Las cualidades negativas de un puñado de especies (de los millones que existen) tiñen nuestra percepción del grupo como un todo. Un fenómeno similar ocurre con las identidades queer debido a la queerfobia. Kaishian y Djoulakian (2020) lo resumen perfectamente: “En general, las personas que pertenecen a grupos marginados experimentan una homogeneización (flattening) de su persona, colocándolos en un estado estático en el que se sugiere que el comportamiento de los individuos que conforman el grupo puede generalizarse sobre la cualidad singular que supuestamente define al grupo como un todo” (p. 11). 

Otro punto en común que podemos encontrar es el lenguaje utilizado. Como señalan Kaishian y Djoulakian (2020): “los hongos son vistos como venenosos, agentes de enfermedades, degenerados, mortales, extraños, asquerosos y raros. Términos que históricamente se han usado en contra de las personas queer y discapacitadas para etiquetarlas” (p. 9). Por último, el pensamiento dicotómico o binario impregna tanto el discurso micofóbico como el queerfóbico. Como se mencionó, por su naturaleza, los hongos y las personas queer desafían y ayudan a deconstruir muchas de las dicotomías que han estado en la base de nuestra sociedad por algún tiempo.

#4: Deconstrucción de los binarios

A menudo la naturaleza es utilizada para explicar y validar comportamientos y experiencias humanas normativas. Sin embargo, esta exploración es hecha, casi exclusivamente, a través de una lente cis-heteronormativa, es decir, las suposiciones se basan, abrumadoramente, en experiencias del mundo blancas, coloniales, cristianas, heterosexuales, cisgénero, masculinas y de cuerpos sanos. Por defecto, este marco crea binarios rígidos: cualquier cosa “no normativa” (según los estándares cis-heteronormativos) es “antinatural”. En mi opinión, esto borra e invalida a la mayoría de las experiencias humanas y provoca una profunda incomprensión sobre nosotros, los otros y la realidad en su conjunto.

Estas inflexibles perspectivas binarias dificultan, si no imposibilitan, la formulación de preguntas –y mucho más la búsqueda de respuestas– que no sean binarias. El reino fungi nos obliga a mirar el mundo de otra manera, desafiando muchos de los binarios que los seres humanos han creado. Aunque no es una lista exhaustiva de todo lo que hay que deconstruir, los binarios asignados al sexo biológico (masculino/femenino) y a la identidad de género (mujer/hombre) serán el foco de la discusión aquí.

Binario socialmente construido #1: el sexo

El reino fungi desafía este binario mostrándonos que dos sexos biológicos no son la regla, sino más bien la excepción. Es raro que una especie sólo tenga dos grupos de apareamiento; de hecho, algunas especies, como Schizophyllum commune, ¡tienen hasta 23,000! Ellos también desafían nuestras “reglas” de reproducción: algunos se reproducen asexualmente, otros tienen dos conjuntos de sistemas reproductivos (monoicos), algunos tienen cuerpos distintos para conjuntos diferentes (dioicos), y a veces ¡los cuerpos monoicos y dioicos coexisten! Casi cualquier combinación es posible, dependiendo de la especie que se esté estudiando.

LOS HONGOS DESAFÍAN NUESTRAS “REGLAS” DE REPRODUCCIÓN

Ilustración de Luana Lourenço

Pero ni siquiera tenemos que mirar a los hongos para deconstruir este binario. Las personas intersexuales, es decir, las que nacen con características sexuales genéticas, hormonales o físicas que no son típicamente “masculinas” o “femeninas”, representan casi el 2% de la población, aproximadamente el mismo número que los pelirrojos. ¡Hay más de treinta variaciones intersexuales! Algunas son evidentes, mientras que otras no lo son (¿te has hecho un análisis de cromosomas?), por lo tanto, muchas personas pueden no saber que son intersexuales. Además, es importante tener en cuenta que no todas las personas intersexuales se identifican como queer, pero existe un solapamiento significativo entre los grupos. Actualmente es difícil encontrar estadísticas precisas; sin embargo Mari Wrobi, en su fantástico ensayo “Life at the Trans-Intersex Intersection” (“La vida en la intersección trans-intersexo”) señala que hasta el 40 % de las personas intersexuales se identifican como trans* (Dale y Wrobi, 2021, p. 117).

Binario socialmente construido #2: el género

Por supuesto, los hongos no tienen identidad de género, pero como ya se ha dicho, rompen el binario planta/animal. Conforman una “nueva” categoría que confundió a los científicos y ni siquiera fue reconocida como distinta hasta 1969. Los hongos se resisten a la objetividad y la estandarización, y su falta de conformidad con cajas cuantificables suscita inseguridad, miedo, e incluso odio. Esta, diría yo, es también la razón por la que hay tanto miedo alrededor de las identidades no binarias y de género expansivo que trastocan el género binario (hombre/mujer). No marcamos ninguna de las dos casillas que se nos dan como opciones, así que creamos la nuestra. Esto confunde y frustra a la gente –como los hongos a Linneo– que quiere mantener formas de vida binarias. Pero no deberíamos retroceder, como afirma Kate Kincaid en su ensayo del libro Queering Psychedelics (Queering psicodélicos): “hay libertad para elegir tus casillas y reorganizarlas en la combinación que quieras. Es liberador saber de verdad que puedes marcar cualquiera o ninguna de las casillas y cambiarlas con fluidez en cualquier momento” (p. 174).

#5 Resiliencia e importancia

Los seres humanos no existirían sin los hongos; la Tierra, tal como la conocemos, tampoco existiría. Más del 90% de las plantas terrestres forman relaciones micorrícicas con diferentes especies de hongos; dependen de ellos para prosperar. Inhalamos entre una y diez esporas de hongos cada vez que respiramos. Los hongos están distribuidos por todo nuestro cuerpo –denominado micobioma– y dependemos de ciertas especies para las funciones corporales básicas (Kaishian y Djoulakian, 2020, p. 8). ¡Los hongos están en nosotros, a nuestro alrededor, y son una parte integral del ser humano en este planeta!

AL IGUAL QUE LOS HONGOS, LAS PERSONAS NO BINARIAS Y DE GÉNERO EXPANSIVO SIEMPRE HAN EXISTIDO Y CONTINUARÁN EXISTIENDO Y DESEMPEÑANDO FUNCIONES VITALES PARA LA EXISTENCIA HUMANA A TRAVÉS DEL TIEMPO Y EL ESPACIO

Al igual que los hongos, las personas no binarias y de género expansivo siempre han existido y continuarán existiendo y desempeñando funciones vitales para la existencia humana a través del tiempo y el espacio. Ambos desafiamos –y continuaremos deconstruyendo– los dañinos binarios construidos socialmente, creados por los sistemas de poder que han estado vigentes y siguen en marcha: supremacía blanca, cisnormatividad, heteronormatividad, etc. Debemos dar cabida a nuevas formas de pensar para seguir comprendiéndonos mejor a nosotros, a los otros y al mundo que nos rodea –y los hongos pueden ayudarnos en este esfuerzo, estudiándolos y consumiendo ciertas especies– Como escribieron Kaishian y Djoulakian (2020) “Ya es hora de que los seres humanos giremos la atención hacia los hongos a los que estamos ligados, entremos en nuestra mutua totalidad, y generemos espacios y futuros para nuestras salvajes formas de ser” (p. 24).

Traducción de Jenny Nava Díaz
Portada de Mariom Luna

Referencias

Belser, A., Cavnar, C. y Labate, B. C. (Eds.). (2022). Queering Psychedelics: From Oppression to Liberation in Psychedelic Medicine. Santa Fe, Nuevo México: Synergetic Press.

Dale, L. K. y Wrobi, M. (2021). Life at the Trans-Intersex Intersection. In Gender Euphoria: Stories of joy from trans, non-binary and Intersex Writers (pp. 111–122). Manuscrito.

Eichenbaum, J. (9 de octubre de 2018). Dissolving the Binary: The Queerness of Psychedelics. Chacruna Institute for Psychedelic Plant Medicines. Recuperado el 30 de noviembre de 2022, en https://chacruna.net/dissolving-binary-queerness-psychedelics/

Kaishian, P. y Djoulakian, H. (2020). The Science Underground: Mycology as a Queer Discipline. Catalyst: Feminism, Theory, Technoscience6(2), 1–26. https://doi.org/10.28968/cftt.v6i2.33523 

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