No hay un alma viva hoy que no haya sido infectada por el colonialismo, y como personas infectadas con la enfermedad de la colonialidad, podemos reproducir el daño colonial. Los mestizos, descendientes de orígenes indígenas, africanos y de colonos, han sido convertidos en armas por las jerarquías coloniales para privar aún más de sus derechos a los pueblos indígenas y afrodescendientes. En nuestros viajes hacia la curación del trauma generacional como descendientes de la colonización, una praxis descolonial para desvincularnos de las actitudes coloniales debe incluir la solidaridad y el respeto por la soberanía indígena.
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