Ian Baker
Ian Baker es historiador y antropólogo. Es autor de siete libros sobre la cultura tibetana e himalaya, incluidas las aplicaciones yóguicas de sustancias psicoactivas. Su tesis doctoral investigó la alquimia y la cocaína en la Birmania colonial británica.
Hemos bebido Soma; nos hemos vuelto inmortales; hemos obtenido la luz; hemos encontrado a los dioses.
Ṛg Veda (8-XLVIII-3)
Como demuestra el Ṛg Veda, un texto sánscrito arcaico de finales de la Edad de Bronce, el soma (en adelante, Soma) es la primera sustancia psicodélica, es decir, que “manifiesta la mente”, de la que se tiene constancia que se utilizara en un contexto tanto farmacológico como religioso. Más de 114 himnos del Libro Noveno del Ṛg Veda elogian el soma como la bebida favorita de dioses y humanos y asocian el compuesto vegetal divinizado con la curación y la longevidad, así como con estados de conciencia extáticos y autotrascendentes. Aunque el consumo sacramental de Soma está históricamente bien establecido, los componentes psicoactivos de esta potente libación enteogénica, es decir, que “realiza lo divino en el interior”, han sido ampliamente cuestionados, ya que no se conoce ninguna tradición auténtica y viva de consumo de Soma.
Durante dos siglos y medio, los estudiosos han tratado de establecer la identidad del soma, y Robert Gordon Wasson presentó en 1968 un influyente argumento a favor del hongo Amanita muscaria. Sin embargo, la teoría de Wasson no explicaba las descripciones del Veda Ṛg sobre el prensado y filtrado del soma, por lo que el intoxicante sacramental de los Vedas ha seguido siendo un misterio botánico.
Aunque persisten muchas teorías sobre la sustancia original o la combinación de ingredientes que componían el soma, este artículo —y el capítulo del que procede— revela una tradición viva de consumo de soma en un antiguo centro de práctica tántrica de Bengala Occidental, en la India, donde se relaciona con la evocación de una diosa salvadora conocida como Nīlakaṇṭha, o “Garganta azul”, Tārā.
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Una tradición tántrica viva
En noviembre de 2018, mientras estaba en Tārāpīṭh investigando el uso de plantas psicotrópicas en el budismo Vajrayāna, tuve la suerte de conocer a un adepto tántrico llamado Ānanda Tīrthanāth que reveló una tradición viva de preparación y consumo de Soma conectada con una forma de “garganta azul” de la diosa tántrica Tārā. El encuentro tuvo lugar en la casa de Tīrthanāth, a orillas del río Dwaraka, que bordea el famoso templo de Tārāpīṭh Tārā Maa.
La diosa azul
El nombre de Tārā deriva de la raíz verbal sánscrita trī, “superar o liberar”, que connota su capacidad para liberar la mente de la ilusión inhibidora (māyā). Tīrthanāth explicó que el nombre de Nīlakaṇṭha Tārā deriva de su papel mítico en el rescate de Śiva del efecto debilitador de los venenos mortales que surgieron cuando devas y asuras (poderosos semidioses) utilizaron una serpiente venenosa para agitar el océano primordial y producir un néctar que otorgara la inmortalidad (amṛta) a partir de los jugos de innumerables plantas y árboles.
Según la narración amṛta-manthana, el proceso produjo subproductos letales que, por su suprema beneficencia, Śiva consumió para que no contaminaran el mundo. Al sucumbir a sus efectos, su garganta se hinchó y se puso azul. Pero la diosa Śakti, manifestada como Tārā, le dio leche de sus pechos para antídoto de los venenos, acto durante el cual su propio tinte azul se transfirió a su redentor.
Como la leche materna nectarífera de Tārā revivió a Śiva de los efectos secundarios tóxicos implicados en la creación de Soma, ella se asoció íntimamente con el sacramento primordial que el Ṛg Veda alaba como la “leche del cielo” (9-LI-2) y que, en el linaje del tantrismo kaula de Tirthanath, otorga tanto un regocijo sensorial como un reconocimiento enteógeno de la inseparabilidad de lo humano y lo divino y, por tanto, del adepto y el cosmos.
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El elixir primordial
Tīrthanāth explicó que Nīlakaṇṭha Tārā se asocia específicamente con la transformación de las toxinas en néctar divinizador (paramamṛta) y de la intoxicación en conocimiento liberador (gyān). Aclaró que, al imbuir Soma, los iniciados participan en el éxtasis de las divinidades celestiales, en particular la gnosis no dual de Śiva-Śakti y el estado asociado de turiya, un trascendente “cuarto estado” de conciencia más allá de la vigilia, el sueño o el dormir caracterizado por sahajānanda, o dicha primordial más allá de la delimitación temporal.
Según Tīrthanāth, la ingestión ritual de Soma continúa en el linaje Yoginī Kaula de Tārāpīṭh, aunque pocos iniciados conocen la fórmula para su preparación. Tīrthanāth, que la aprendió de su maestro, explicó que los sesenta y cuatro ingredientes botánicos y minerales del elixir se mezclan con arroz fermentado y se entierran en una vasija de arcilla bajo tierra durante un mínimo de un mes.
Entre sus ingredientes figuran raíces de diversas hierbas y especias no psicoactivas, como el cardamomo y la curcumina, así como semillas secas y pulverizadas de dhattūra, o “espino blanco”, una especie de solanácea cuyas semillas contienen alcaloides tropánicos que producen potentes efectos visionarios y delirantes (anticolinérgicos/antimuscarínicos).
Los efectos iniciales de ingerir Soma, explicó Tīrthanāth, son mareos y una sensación de abejas zumbando en la cabeza, de forma similar a los efectos de consumir Datura y cannabis en forma de bhāṅg.
Una descripción completa de esta ceremonia del soma puede encontrarse en mi capítulo de Expanding Mindscapes. Es de esperar que este relato del consumo contemporáneo de soma en Bengala Occidental (India) estimule nuevas investigaciones sobre las confluencias de la farmacología, la religión y los estados transformacionales de conciencia.
Esta es una versión abreviada del capítulo de Ian A. Baker, “Néctar de la diosa azul: A Living Tradition of Soma Consumption in Bengal, India”, en la colección editada Expanding Mindscapes: A Global History of Psychedelics, publicada con MIT Press en noviembre de 2023.
Este artículo fue originalmente publicado en inglés por Chacruna Institute.
Artículo traducido por Ibrahim Gabriell.
Portada de Mariom Luna.