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La resurrección de la Jurema (primera parte)

Un reportero relata su experiencia como voluntario en un estudio brasileño que investiga el potencial antidepresivo de la DMT, una sustancia psicodélica extraída de un árbol originario de la región semiárida de Caatinga (Brasil).

Marcelo Leite
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Marcelo Leite es un periodista científico brasileño. Actualmente escribe el blog Virada Psicodélica. Su libro "Psiconautas - Viajes con la ciencia psicodélica brasileña" salió a la venta en mayo de 2021.
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Marcelo Leite é jornalista científico brasileiro. Atualmente escreve o blog Virada Psicodélica. Seu livro “Psiconautas - Viagens com a Ciência Psicodélica Brasileira” foi lançado em maio de 2021.

Primera parte: Inhalar DMT de Jurema es como ir al cine

Son las 7:25 de la mañana en el Hospital Universitario Onofre Lopes (HUOL) de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN). Fernanda Palhano-Fontes, Marcelo Falchi, Sophie Laborde, Nicole Galvão-Coelho, Isabel Wießner y Aline Assunção ya están en una habitación en el centro de Natal, ciudad capital del estado Rio Grande do Norte, en el noreste de Brasil. 

La habitación en el HUOL se decoró cuidadosamente para brindar comodidad a los voluntarios del estudio que tomarán DMT (N, N-dimetiltriptamina). El sillón reservado para el participante es reclinable y cómodo. El equipo de electroencefalografía (EEG), el vaporizador Volcano, los auriculares y el equipo de enfermería están listos.

Le explican al periodista lo que va a suceder, recordando los acuerdos previos alcanzados en las sesiones de selección con Falchi y en la preparación con Laborde. Ellos podrían, por ejemplo, tocarle el brazo o sostener su mano, si fuera necesario.

A continuación, describen la duración y la secuencia del experimento: se realizarán varias extracciones de sangre y saliva, se administrarán dos dosis de DMT, se realizará un EEG antes y otro después de cada pico de la experiencia psicodélica, se aplicarán cuestionarios y escalas, y por último se llevarán a cabo dos sesiones de integración rápida con una psicóloga.

La pequeña orquesta actúa bajo la batuta del físico Dráulio Barros de Araújo, neurocientífico del Instituto do Cérebro (ICe) (Instituto del Cerebro) de la UFRN. Entra en la habitación, verifica que todo está en orden y da luz verde para iniciar la sesión.

Es el cuarto ensayo de la fase piloto de un estudio clínico para investigar el efecto antidepresivo de la DMT inhalada o administrada por vía intramuscular. El experimento comenzaría formalmente el mes siguiente, en junio, con los primeros voluntarios sanos, sin depresión, pero con experiencia en el uso de psicodélicos.

Ilustración de Fernanda Cervantes

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi 300 millones de personas, lo que equivale al 5 % de la población mundial adulta, viven con depresión. Considerando que un tercio de estas personas no encuentra alivio en los antidepresivos disponibles, podemos afirmar que las alternativas de tratamiento para reducir tanto sufrimiento son insuficientes.

Este nuevo estudio se basa en la investigación del ICe que dio lugar a la publicación, en 2018, del primer estudio controlado en el mundo con una sustancia psicodélica para tratar la depresión, acompañado por un grupo de control formado por pacientes que tomaron un placebo. En esa ocasión se utilizó ayahuasca. Este sacramento religioso, estudiado principalmente en la UFRN y en la Universidad de São Paulo (USP), en Ribeirão Preto, ayudó a posicionar a Brasil en el tercer lugar entre los países con mayor impacto en la ciencia psicodélica desde del año 2000 en términos de artículos publicados.

Después de este estudio pionero, Araújo pasó dos años en la Universidad de California en Santa Bárbara. Regresó con el proyecto de probar el potencial de la DMT, el compuesto psicoactivo de la ayahuasca al que se atribuye el efecto antidepresivo, pero en un experimento diferente.

Él estaba convencido de la necesidad de reducir la sesión psicodélica con fines terapéuticos. La “potencia” del té ceremonial, como dicen los seguidores de religiones como el Santo Daime, la Barquinha y la União do Vegetal (UDV), puede durar de tres a cuatro horas. Sería difícil adaptar un viaje tan prolongado al contexto clínico ya que requeriría la presencia constante de un terapeuta capacitado. Esto encarecería el procedimiento, en caso de aprobarse, y restringiría el número de pacientes que podría tratarse.

Otros psicodélicos en estudio para su uso en el tratamiento de trastornos psiquiátricos enfrentan dificultades similares. Por ejemplo, la MDMA (metilendioximetanfetamina), comúnmente conocida como “éxtasis” o “molly”, usada para atender el estrés postraumático (la terapia más próxima a ser regulada en EE. UU.), puede durar seis horas. Esta es aproximadamente la misma duración de una sesión con psilocibina, conocida como “hongos mágicos”, también utilizados en ensayos clínicos contra la depresión.

El LSD se estudia menos en la actualidad, no sólo por el estigma adquirido desde los años setenta debido a la política de Guerra contra las Drogas, sino también porque el viaje puede superar las ocho horas.

La ayahuasca, si se utilizara con fines médicos, presentaría un problema adicional: su composición varía considerablemente de un lugar a otro y se prepara hirviendo dos plantas, las hojas de la chacruna (Psychotria viridis) y la liana mariri o jagube (Banisteriopsis caapi). La variabilidad en las cantidades respectivas y en el tiempo de cocción hace difícil, si no imposible, la estandarización y el control de la dosis. Por esta razón, algunos grupos de investigación, como el de Araújo, prefieren utilizar DMT pura. En el caso de la UFRN, el compuesto se extrae del árbol jurema-preta (Mimosa tenuiflora), que se encuentra ampliamente distribuido en la región árida de la Caatinga, en el noreste de Brasil.

Esta planta se ha convertido en el ingrediente principal de lo que se conoce como “juremahuasca”, una combinación de té elaborado a partir de la corteza de su raíz y la ruda siria (Peganum harmala), una planta originaria de zonas áridas del Mediterráneo. Este análogo de la ayahuasca es ampliamente utilizado por neochamanes urbanos de Brasil y Europa. En los Países Bajos, por ejemplo, en la Universidad de Maastricht, investigaron el efecto antidepresivo de la juremahuasca. Publicado en enero de 2022 en la revista Psychopharmacology, el artículo reveló que los beneficios duraron hasta un año para 12 de los 17 participantes en ceremonias neochamánicas que buscaban ayuda para una depresión de moderada a grave.

Cuando se inhala, la dimetiltriptamina tiene un efecto agudo corto que dura de 10 a 15 minutos. Al ser absorbida por los pulmones, ingresa rápidamente al torrente sanguíneo y alcanza el cerebro, evitando pasar por el sistema digestivo, donde las enzimas desactivan la DMT (en el caso de la ayahuasca, la enredadera proporciona inhibidores de estas enzimas, mientras que en el caso de la jurema provienen de otras plantas como la ruda siria). En forma de cristales y mezclada con hierbas para su combustión, la DMT fumada en pipa se conoce en círculos no académicos como changa. Otra vía de administración que está próxima a ser investigada en la UFRN es la inyección intramuscular, cuyo efecto dura menos de una hora.

La empresa Biomind, con sede en el Reino Unido y dirigida por el empresario uruguayo Alejandro Antalich, firmó un acuerdo de colaboración con la UFRN para promover los ensayos clínicos, la extracción de DMT, la investigación de su síntesis y la experimentación con animales. Esta asociación garantiza transferencias de recursos para gastos generales de la universidad y el instituto en su conjunto, además de fondos para el laboratorio de Araújo.

Antalich, director de ICC Labs, la primera empresa en producir marihuana para un gobierno nacional (el de Uruguay), fue responsable de vender ICC Labs a la compañía canadiense Aurora Cannabis. Después de la transacción, ha estado luchando por aplicar su experiencia empresarial y regulatoria en sustancias controladas a la emergente industria psicodélica. Le llevó tres meses encontrar a un científico para la tarea, entonces vio una presentación de Araújo. Para Antalich, de 50 años, el trabajo previo sobre ayahuasca y depresión allí expuesto hizo que el neurocientífico de la UFRN fuera el socio indicado para Biomind.

En el Proyecto Dumas, como se llamó a la investigación (informalmente “DMT de la A a la Z”), el acuerdo con Biomind permitió la formación de un equipo de 20 personas que incluye psiquiatras, psicólogos, químicos, enfermeros, experimentadores con animales y fisiólogos. Se estableció un laboratorio con los fondos obtenidos para procesar jurema-preta, además de cubrir los gastos de las salas en las que se llevan a cabo los experimentos con humanos.

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Después de realizar el estudio con el grupo de voluntarios sanos, será el turno de los pacientes con depresión resistente al tratamiento para inhalar DMT; esta vez utilizando la formulación del fármaco proporcionada por Biomind. En la siguiente fase, se repetirá la secuencia utilizando la misma sustancia, producida bajo estrictos parámetros para uso clínico, pero administrada mediante inyección.

Si no hay contratiempos adicionales, como la pandemia de Covid que retrasó el inicio del estudio, se espera que éste se complete a finales de 2023.

Después de realizar el estudio con el grupo de voluntarios sanos, será el turno de los pacientes con depresión resistente al tratamiento para inhalar DMT; esta vez utilizando la formulación del fármaco proporcionada por Biomind. En la siguiente fase, se repetirá la secuencia utilizando la misma sustancia, producida bajo estrictos parámetros para uso clínico, pero administrada mediante inyección.

Ponerse el gorro blanco de EEG, con sus 32 electrodos, toma tiempo. Siendo de tamaño mediano, no se ajusta muy bien en una cabeza grande y presiona las orejas. La solución propuesta por Wießner, Palhano-Fontes y Falchi fue dejarlas adentro; sin embargo, uno de los electrodos del lado derecho quedó un poco más lejos del cráneo y no emite señal. Un poco más de gel y la dificultad estaba resuelta.

Acceder a la vena del brazo derecho también requiere trabajo; no inmediatamente, sólo después de la segunda dosis. Assunção, la enfermera, no logra extraer sangre a los 5 y 10 minutos; es decir, 2 de las 11 extracciones fallan. Ella atribuye la dificultad a los coágulos que se forman en el muy delgado catéter de silicona que se inserta en el vaso sanguíneo. En una o dos ocasiones la sangre se escapa y ella limpia el brazo del voluntario con alcohol. Ninguno de estos inconvenientes molesta al voluntario quien parece tranquilizarse por la información, dada la tensión generada por el estricto cronograma de extracciones y el riesgo de hemólisis sanguínea (cuando los glóbulos rojos se rompen bajo presión y dificultan la separación del suero para su análisis).

Falchi muestra la malla metálica con 30 mg de DMT que se coloca en el vaporizador. Después de practicar tres veces con el globo, sin la sustancia, llega el momento de la inhalación real.

No es fácil vaciar el depósito de dos litros, ya que la DMT irrita las vías respiratorias. Mediante repetidos reflejos de deglución, se logra contener la respiración durante 10 segundos, después de vaciar el plástico que el psiquiatra arruga para facilitar el drenaje. Con el gas atrapado en los pulmones, reclinan el sillón beige para que el reportero empiece su viaje.

El efecto visual era similar al de fumar changa en la playa de Algodões, en el estado de Bahía, en marzo, durante el festival neochamánico del Equinoccio. Los brazos estaban fríos y daba la impresión de que todo se alejaba, el desvanecimiento parecía inminente, una gran sensación de ligereza, como flotando en el espacio. 

El despegue es vertiginoso y todo se colorea de inmediato. Es muy difícil retener y describir las imágenes. Parecen bidimensionales, como si fueran proyectadas en la pantalla de los párpados cerrados, algo fractales, pero no geométricas ni caleidoscópicas.

Son fractales más orgánicos, con límites difusos entre los colores, sin líneas o ángulos rectos. Formas que se repiten con predominio del amarillo, marrón, naranja y rojo, con un poco de azul, verde y morado. Hermosas, pero menos exuberantes que las imágenes de la changa, similares a los arabescos de una mezquita en Estambul. Incluso con la percepción alterada del tiempo, está claro que la fase visual del viaje sólo dura unos minutos. Alguien toca el brazo del reportero para hacerle saber que van a realizar el EEG y le pide que abra y cierre los ojos alternativamente.

La primera parte grabada es de cinco minutos con auriculares en los que se reproduce música de Raphael Egel, el esposo de Wießner. La música es apacible, al igual que la sucesión de abrir y cerrar los párpados. Todo parece divertido, lleno de momentos de buen humor. Muchas sonrisas y placer. Una experiencia feliz con esos investigadores, aunque no exactamente en conexión con ellos, ya que todo es más interno.

Otros cinco minutos con los ojos cerrados, ahora sin música, es difícil no quedarse dormido. Surgen imágenes fugaces de un chico desconocido, como cuando alguien se está deslizando hacia el sueño. Después de esa primera dosis, hay sorpresa cuando Falchi, el médico, anuncia que han pasado 40 minutos. Le pregunta si puede pasar a la fase de integración y a las escalas psicométricas. Todo parecía divertido, pero el razonamiento estaba alterado. Había cierta dificultad para entender y marcar con un bolígrafo rojo las líneas verticales de las escalas de evaluación de la intensidad y calidad (agradable/desagradable) de la experiencia.

Incluso con la percepción alterada del tiempo, está claro que la fase visual del viaje sólo dura unos minutos. Alguien toca el brazo del reportero para hacerle saber que van a realizar el EEG y le pide que abra y cierre los ojos alternativamente.

Sophie Laborde, de 25 años, es la encargada de llevar a cabo conversaciones para evaluar la experiencia, que psicólogos como ella y psiquiatras como Falchi llaman “integración”. Ella es casi 40 años más joven que el periodista. Sin embargo, a pesar de la diferencia de edad, la conversación sobre los sentimientos íntimos del voluntario fluye sin barreras.

Con una licenciatura en Psicología de la UFRN, Laborde es una de las pocas personas procedente de las humanidades en el grupo de científicos naturales del laboratorio de Araújo en el ICe. El ensayo clínico será el tema de su tesis de maestría. Su interés por las sustancias psicoactivas surgió del contacto con la ayahuasca en un momento difícil de su vida, cuando tenía 19 años. Su padre, un francés residente en Brasil, fue diagnosticado con cáncer en 2016, y regresó a vivir con la familia que había abandonado.

Después de conocer informes sobre la ayahuasca, buscó ayuda bebiéndola y pasó por una de las experiencias más significativas de su vida. “Encontré mucha comprensión hacia mi padre”, dice Laborde, “comprensión y empatía, incluso hacia mí misma”. También tuvo otras experiencias con DMT junto a chamanes y en la UDV.

Se postuló para una posición temporal como psicóloga legal y trabajó por dos años en procesos de conciliación. Pasó el año 2021 en la playa de Pipa, a 85 km de Natal, realizando consultas de psicoterapia virtual. También acompañó a grupos de jóvenes que consumían psicodélicos, tanto de forma recreativa en clubes, como aquellos que los consumían en busca de autoconocimiento, generalmente acompañados por neochamanes urbanos. La mayoría de ellos le comentó que nunca habían tenido la oportunidad de hablar de esas experiencias, ya fueran buenas o malas.

En enero de 2022, regresó a Natal con planes de hacer una maestría en Francia que había pospuesto debido a la pandemia. En ese momento, un colega clínico le informó que el grupo de Araújo estaba buscando psicólogos para encargarse de las sesiones de integración con los participantes en el ensayo de DMT. 

Se postuló para el puesto y comenzó a asistir a las reuniones. Al principio se sentía intimidada por los términos técnicos y médicos, pero se sintió reconfortada por el apoyo del grupo. Estaba entusiasmada por la posibilidad de hacer lo que más ama: escuchar a la gente.

“Si obtenemos el mismo resultado que la ayahuasca con diez minutos de DMT, imagina el efecto que esto tendría en la salud pública. Un fármaco que podría ayudar mucho a aquellos que hoy no reciben ninguna ayuda”. Se refiere a la ayuda de los antidepresivos disponibles y al 30 % de las personas con depresión resistente al tratamiento. 

Para Laborde es importante que tanto los investigadores como los terapeutas tomen los psicodélicos que administran. Por experiencia propia se inclina a favor de la hipótesis de que algo en el propio viaje contribuye al beneficio terapéutico y hace menos difícil la escucha. “Para el voluntario, saber que el investigador ha tomado y confía en la sustancia puede ser muy tranquilizador”.

“Si obtenemos el mismo resultado que la ayahuasca con diez minutos de DMT, imagina el efecto que esto tendría en la salud pública. Un fármaco que podría ayudar mucho a aquellos que hoy no reciben ninguna ayuda”.

La segunda dosis, de 100 mg en el vaporizador, tiene algo similar y también algo completamente diferente a la primera. En primer lugar, genera una sensación de calor en lugar de frío. A pesar de tener el mismo volumen de gas en el globo, vaciarlo resulta más complicado. Hay una intensa irritación en la garganta y en los pulmones, casi insoportable, lo que obliga a aspirar por la nariz sin soltar la boquilla, y a tragar saliva para evitar toser.

La cuenta regresiva de diez segundos parece interminable, y a mitad de un despegue vertical comienza la agitación. La energía necesaria para respirar es mucho mayor y la ansiedad aumenta. Abre los ojos varias veces en un intento por contener esta inquietante sensación de impotencia.

El corazón se acelera. La presión sube a casi 17 (en la primera dosis había alcanzado 14.5). Cuando está a punto de pedirle a alguien que le sostenga la mano, el periodista empieza a acariciar la tela del brazo izquierdo de la silla. Esto le trae recuerdos de cuando había tomado LSD en la playa, años atrás, y la arena corría entre los dedos de la misma mano izquierda, teniendo un efecto calmante sobre el torbellino de emociones.

Las diferencias en lo visual son notables. Sin embargo, esta observación viene acompañada de la sensación de intentar la reconstrucción, sin la certeza de plasmar en palabras cuanto se visualizó. Todo parece tridimensional, o tal vez multidimensional, porque las transparencias y la navegación a través del espacio coloreado no se asemejan en nada a las proyecciones en una pantalla, incluso si se ven con lentes especiales en un cine 3D. Toda la cabeza circula entre salas y pasillos de palacios, como si ella misma fuera un dron. 

Las particiones de los espacios recorridos tienen figuras que recuerdan símbolos alienígenas, o quizás una escritura centroamericana antigua. Todo evoca una nave espacial, o un entorno de otro planeta, y no sería sorprendente si apareciera un extraterrestre.

Con las imágenes disipadas y la introspección intensificada, la sensación ya no es de gozo o de divertido asombro, como unas horas antes, sino de pesadez. No hay ligereza ni fluctuación. El cuerpo se tensa o más bien se contrae. Hay presión y un ligero dolor y de cabeza. El cuello está rígido más allá de la mandíbula. Algunas contracciones involuntarias, un temblor en el brazo derecho y espasmos sutiles por todo el cuerpo. No obstante, no hay nada de qué preocuparse.

Las sensaciones corporales van acompañadas de una notable caída en el estado de ánimo. Una especie de tristeza, no de dolor, más melancolía que tristeza. Como un recordatorio decepcionante de que estar vivo es vivir apartado de los otros, absolutamente solo. El abandono de ser un individuo, separado, autónomo.

En la sesión de integración, Laborde pregunta si la sensación es como volver a la infancia. En cierto modo lo es, en lo que tiene de doloroso. La principal comprensión que se le comparte a la psicóloga es la intuición de que las sucesivas dosis desencadenan el contacto con dos planos diferentes de la psique. En la primera y menor dosis, se disfruta del yo motivado y decidido de la vida cotidiana, aquel que siempre intenta ir más allá, bromear, dar afecto, buscar placer, diversión, humor, bienestar y productividad. La parte que se las arregla para encontrar alegría en la vida, a pesar de todo. Bolsonaro, la pandemia, la inhumanidad antes insospechada que extiende por todo Brasil.

En la segunda dosis, se experimenta un descenso hacia un sótano de la mente donde persiste un núcleo duro, básico y primitivo. No es algo oscuro, desesperado o angustioso, sino más bien menos brillante, arraigado en la tierra, inmóvil como un monolito. Es difícil encontrar palabras para expresar emociones tan crudas.

Al principio, el reportero estaba preocupado por las tomas de muestra de sangre y saliva, pero se da cuenta de que apenas las ha notado. La avalancha de imágenes y sensaciones, algunas más y otras menos luminosas, ocupa todo el espacio mental, sin dejar lugar para percibir interferencias externas en el cuerpo. Esas muestras serán cruciales en el ensayo clínico de la DMT para arrojar un poco de luz sobre el turbio terreno en el que la bioquímica de la mente segrega estados de ánimo, traumas, ideas y la voluntad de vivir, o no.

En la segunda dosis, se experimenta un descenso hacia un sótano de la mente donde persiste un núcleo duro, básico y primitivo. No es algo oscuro, desesperado o angustioso, sino más bien menos brillante, arraigado en la tierra, inmóvil como un monolito.

La fisióloga Nicole Leite Galvão-Coelho ha colaborado con Dráulio Araújo por más de una década. Ella fue responsable de los análisis de sangre de los participantes en el estudio pionero de 2018 sobre el efecto de la ayahuasca en personas deprimidas, con un grupo de control al que se le administró un placebo. También estudia el efecto de la infusión en titíes aislados durante nueve semanas. Cuando caen en un estado equivalente a la depresión en humanos, les administra la bebida cada tres semanas y ha registrado un aparente efecto profiláctico.

En estudios anteriores con ayahuasca no se conocía la dosis precisa efectiva de DMT. Después de todo, la metabolización de la sustancia psicoactiva varía mucho de un individuo a otro. Ahora, con la sustancia inhalada o inyectada, las 11 muestras sucesivas de sangre permitirán establecer con más precisión las concentraciones en el organismo del voluntario en cada momento. Esto se correlacionará con las puntuaciones de las escalas psicométricas (cuestionarios) para medir la respuesta antidepresiva.

“La parte más compleja es recolectar muestras durante el efecto psicodélico, sin requerir la atención del paciente”, dice la investigadora. “La DMT es un vasoconstrictor, lo que dificulta el acceso a la vena, por eso utilizamos un catéter y no una aguja. Ahora enfrentamos un nuevo desafío: ser muy ágiles y al mismo tiempo brindar comodidad al voluntario”. Por esta razón, la fobia a la perforación es uno de los criterios de exclusión en el ensayo clínico, junto con una predisposición o antecedentes de psicosis, incluso en familiares de primer grado, y problemas cardíacos.

Los análisis de sangre y saliva harán algo más que determinar la concentración de DMT en sangre. En experimentos anteriores, Galvão-Coelho había medido biomarcadores como el cortisol, conocido como la hormona del estrés, que la literatura ha asociado con trastornos depresivos y el efecto antidepresivo.

Otro factor investigado es la proteína C reactiva (PCR), un indicador de inflamación, ya que los cerebros de las personas deprimidas suelen presentar inflamación, aunque no se sabe con certeza si es resultado o componente causal del trastorno. También se ha estudiado la hormona del crecimiento, que participa en la respuesta al estrés agudo y parece estar relacionada con la depresión. Por último, el grupo de investigación presta atención al factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC). Esta proteína se encuentra en gran cantidad en el hipocampo y la corteza cerebral, y está involucrada en la neuroplasticidad, es decir, en la formación de sinapsis (conexiones entre neuronas) y, por lo tanto, en el aprendizaje. Uno de los mecanismos propuestos como explicación del efecto antidepresivo de los psicodélicos apunta en esta dirección. Se cree que ella facilitaría la apertura de nuevos caminos en la mente para que la persona escape del circuito cerrado de pensamientos negativos, o la cavilación, que en algunos casos puede conducir a ideas suicidas.

El grupo de investigación presta atención al factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC). Esta proteína se encuentra en gran cantidad en el hipocampo y la corteza cerebral, y está involucrada en la neuroplasticidad, es decir, en la formación de sinapsis (conexiones entre neuronas) y, por lo tanto, en el aprendizaje. 

El HUOL es un hospital vinculado al Servicio Nacional de Salud de Brasil (SUS) que ofrece entre 800 y 900 consultas psiquiátricas al mes, de las cuales entre el 10 % y el 20 % son para pacientes con depresión. Cada semana, se diagnostican entre 10 y 20 personas con la forma resistente del trastorno, después de haber probado sin éxito dos o más medicamentos.

Emerson Arcoverde Nunes, un psiquiatra de 40 años del HUOL, que también colaboró con Araújo en el estudio de la ayahuasca, informa que no faltarán participantes para el ensayo clínico en colaboración con el ICe. Por ejemplo, en la zona norte de Natal, donde viven cerca de 400,000 habitantes, sólo hay un centro de atención psicosocial (Caps, como se les conoce en Brasil) especializado en alcohol y drogas, lo que deja poco espacio para tratar la depresión. El psiquiatra se queja de que “tenemos que hacer de todo” en el hospital. Además, debido a la prioridad dada a los pacientes de Covid, el número de camas para pacientes psiquiátricos se redujo de 130 a 65. El servicio público de salud mental necesita urgentemente alternativas de tratamiento, añade el médico.

Arcoverde deposita muchas esperanzas en la DMT: “cuantas más opciones, mejor, y necesitamos nuevas opciones”. Menciona el anestésico ketamina, que se ha utilizado con cierto éxito contra la depresión, pero no funciona en la mitad de los pacientes. “La DMT tiene un efecto fuerte y agudo, y puede reducir las ideas suicidas”, afirma el psiquiatra. “La ventaja de la DMT es que es un medicamento diferente, con mecanismos de acción y contraindicaciones distintas”.

Las innovaciones farmacológicas más recientes para el tratamiento de la depresión surgieron hace casi medio siglo, con los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (la serotonina es un neurotransmisor en cuyos receptores también actúan los psicodélicos). 

“La DMT tiene un efecto fuerte y agudo, y puede reducir las ideas suicidas”, afirma el psiquiatra. “La ventaja de la DMT es que es un medicamento diferente, con mecanismos de acción y contraindicaciones distintas”.

Marcelo Falchi Parra Carvalho Silva, de 32 años, es compañero de Arcoverde en el Ice y también es psiquiatra. Nació en Votuporanga, en el suroriental estado brasileño de São Paulo, vivió en Campinas hasta octubre de 2021, donde trabajó con Luís Fernando Tófoli e Isabel Wießner en experimentos sobre el efecto del LSD en la cognición. Falchi dejó todo y se mudó con sólo dos maletas a Natal, en el extremo nororiental de Brasil, cuando fue contratado por Biomind como jefe de la unidad de investigación psiquiátrica, atraído por la oportunidad de estudiar la DMT. Su fascinación por la molécula llega hasta el punto de llevar un tatuaje de ella en la espalda.

Su primera experiencia “impactante” con la N, N dimetiltriptamina tuvo lugar cuando se desempeñaba como residente de psiquiatría. Trabajaba en el Servicio Nacional de Salud SUS y comenzó una maestría en la Universidad de Campinas (Unicamp), pero se sentía insatisfecho con la precariedad de los procedimientos en su especialidad. Quería comprender mejor la conciencia y su alteración bajo la influencia de los psicodélicos, aventurándose en lo que él llama “cartografía fenomenológica”.

“Mi principal función aquí es trabajar como médico-científico. Allá (en Campinas) tenía que trabajar como médico en una sala del SUS, prescribiendo tratamientos con eficacia limitada, y en mi tiempo libre dedicarme a la ciencia. Actualmente hago ciencia sin preocuparme por el título académico”.  Falchi planea pasar dos años trabajando en los experimentos de Biomind con el ICe/UFRN, y luego embarcarse en un doctorado.

Falchi considera que un modelo similar a la psicoterapia con apoyo de la MDMA para el trastorno de estrés postraumático es inviable en el SUS. En Estados Unidos, gracias a los esfuerzos de la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psicodélicos (MAPS por sus siglas en inglés), es posible que el tratamiento sea aprobado en 2023 o 2024. Además de ser costoso, el monitoreo de las largas sesiones de dosificación por parte de los terapeutas abre la puerta a interferencias indebidas por parte de profesionales poco capacitados, porque el paciente se torna sugestionable. “Es una ventana muy amplia en la que el médico puede introducir cosas indeseables, ya sea por malicia o por falta de formación”, expresa su preocupación.

Si las sesiones más breves de DMT resultan efectivas contra la depresión, el psiquiatra prevé un régimen de tratamiento diferente. Por ejemplo, podrían crearse clínicas especializadas en la administración de las dosis, donde se supervise a los pacientes durante el procedimiento y se les devuelva al servicio psicológico o psiquiátrico donde ya estaban recibiendo tratamiento.

La DMT entraría con una oleada de neuroplasticidad, sin elaboración alguna de contenido durante el clímax de la breve e intensa experiencia psicodélica. Sólo después, bajo la influencia de los efectos secundarios, se llevaría a cabo un tratamiento psicoterapéutico estricto. Esto implicaría capacitar a un número mucho menor de terapeutas en comparación con el modelo de la MAPS, y la formación podría ser más breve. “Porque vengo del SUS, sé que esto no funcionaría. Tal vez para la famosa actriz Vera Fischer podría funcionar, pero no para el señor Cícero, que vive a la vuelta de la esquina”.

Además de ser costoso, el monitoreo de las largas sesiones de dosificación por parte de los terapeutas abre la puerta a interferencias indebidas por parte de profesionales poco capacitados, porque el paciente se torna sugestionable.

Los procedimientos finales del experimento transcurren sin tropiezos, sin alegría, sin impaciencia y sin asombro. Una vez más, se experimenta cierta torpeza y dificultad para entender y completar, a petición de Falchi, las escalas de intensidad y calidad de la experiencia. El médico pregunta varias veces si el periodista se siente bien. Le informa que todo salió bien en el experimento piloto, excepto por algunas fallas en el EEG y en la recolección de muestras de sangre. Le da el alta para que coma y se vaya. Claudia, la persona que le acompañará, ya está esperando. Son casi las tres de la tarde y, de nuevo, hay cierta sorpresa por el tiempo que ha transcurrido.

El almuerzo llega caliente: pescado con arroz, frijoles y vegetales. Claudia recibe carne asada con arroz, frijoles y pan de maíz. Un poco mareado y con dolor de cabeza, pero con un apetito considerable, el reportero se come lo que queda en el plato de Claudia.

De regreso a la casa de huéspedes, hay una necesidad urgente de salir, contemplar el cielo y caminar durante aproximadamente 40 minutos. El sudor profuso en la piel acompaña el flujo de emociones y pensamientos. Una narración resumida para los anfitriones ayuda a organizar los pensamientos, pero con la creciente sensación de que la razón lucha por llenar los vacíos a los que no tiene acceso. Casi una impostura, una reconstrucción creativa impulsada por el deseo de comunicar a los demás una experiencia inefable.

El principal efecto residual es el impacto de la segunda dosis. Se insinúa la sospecha de que podría ser una experiencia demasiado perturbadora para pacientes que no han tenido contacto previo con psicodélicos, lo cual podría desencadenar pánico. Al periodista le parece dudoso que una experiencia límite siempre tenga una utilidad terapéutica, al menos para personas con depresión severa. Sin embargo, esta es la impresión que deja una única observación subjetiva.

Aún se sabe muy poco sobre el mecanismo que opera detrás del beneficio psíquico, advierte Dráulio de Araújo. Todavía no se puede descartar que el efecto antidepresivo sea principalmente bioquímico, lo que incluso permitiría administrar futuras drogas psicodélicas bajo sedación para evitar posibles viajes turbulentos.

Araújo informó luego que, en una reunión celebrada por la tarde, inmediatamente después de la doble sesión, el equipo se inclinó a favor de reducir las dosis sucesivas a 15 mg y 60 mg (en lugar de 30 mg y 100 mg), al menos para algunos voluntarios. El periodista recomienda pensarlo bien antes de dar este paso. Después de todo, esta podría ser la idea de una persona dada a la moderación, que no le ve sentido a los viajes heroicos con psicodélicos. Al fin y al cabo, la experiencia en este caso no fue la de un paciente en busca de una cura, sino un medio para describir en informes vívidos el potencial terapéutico previsto por la ciencia, aunque también pueda brindar autoconocimiento y paz como efectos secundarios, que de ninguna manera son adversos.

La mayor sorpresa: darse cuenta de que la DMT inhalada desencadena momentos intensos y perturbadores, pero no evoca contenido (recuerdos, personas, traumas, acontecimientos), como es común en el efecto prolongado de la ayahuasca. Esto sumerge a la persona en un espacio extraño, que puede ser maravilloso, pero también inhóspito. Ahora se espera la conclusión del estudio para determinar si esta rápida visita al sótano de la psique también puede brindar algo de luz trascendental a aquellos que están atrapados en la depresión.

Traducción de Jenny Nava Díaz
Portada de Mariom Luna

Esta es la primera parte de una serie publicada originalmente en portugués por el diario brasileño Folha de S.Paulo https://www1.folha.uol.com.br/ilustrissima/2022/07/reporter-conta-experiencia-de-inalar-dmt-psicodelico-em-teste-contra-depressao.shtml

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