Comúnmente existe la creencia que todas aquellas sustancias que han sido fiscalizadas por el régimen internacional de las Naciones Unidas carecen de valor médico y se asumen únicamente como sustancias potencialmente peligrosas; un claro ejemplo de ello son los siquedélicos.
No obstante, y, opuestamente a la creencia común, los psiquedélicos -demonizados en el mundo occidental y honrados en algunas culturas no occidentales -durante las décadas de los cincuenta y sesenta se encontraban en la vanguardia de la investigación psiquiátrica (como herramientas adjuntas a la psicoterapia) tras mostrar que podían generar un efecto positivo en el tratamiento de afecciones mentales. Incluso, investigadores llegaron a pensar que “las drogas psiquedélicas representarían para la psiquiatría lo que el microscopio ha sido para la biología y el telescopio para la astronomía: una herramienta esencial para explorar las partes de un mundo interno que, usualmente, es inaccesible”. (Ben Sessa, 2005, p. 457)
La fiscalización de sustancias psiquedélicas -justificada bajo la premisa de no poseer ningún uso médico –ha generado diversas consecuencias negativas entre ellas: la desinformación que favorece a su mal uso y abuso, la adulteración de éstas debido a estar sujetas a las leyes del mercado ilegal, el oportunismo de algunos “facilitadores” ante la irregularidad las práctica que hacen uso de psiquedélicos, el alejamiento del interés por terapeutas y médicos para estudiarlas y usarlas, la disuasión de la inversión para posibles investigación y por tal, el estancamiento en la investigación sobre el potencial uso terapéutico de estas sustancias para la psiquiatría y psicología.
Sin embargo, como en el caso de la cannabis, el sistema fiscalizador ha comenzado a flexibilizarse para retomar el estudio estas sustancias logrando que incluso la FDA (Food and Drug Administrtion) haya otorgado la designación de terapia avanzada (Breakthrough Therapy Designation) al MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina) por el tratamiento del trastorno por estrés post-traumático (TEPT).
Recientes investigaciones han lanzado nuevos resultados acerca de los múltiples beneficios de los psiquedélicos que, aunque conocidos anteriormente, no en todos los casos habían podido ser confirmados debido a la falta de rigurosidad en su estudio. Uno de ellos ha sido el efecto liberador que tienen estas sustancias durante el tratamiento de afecciones mentales, ya que facilita la exploración de “material reprimido” por el individuo. Además, los beneficios posibilitados por los psiquedélicos no se estancan exclusivamente al momento de la toma del psiquedélicos. Estudios sobre el compuesto activo de los hongos alucinógenos (psilocibina) y sobre la terapia asistida con MDMA para el tratamiento del TEPT (Trastorno de Estrés Post-Traumático), han mostrado un efecto benéfico mucho más duradero en los pacientes en comparación con terapias tradicionales. Sobre este efecto duradero, Josep Maria Fàbregas, nos menciona que, “[…] cuando el yo ha sido desmontado y vuelto a organizar a través de una experiencia psicodélica, lo que queda después suele ser más estable, más gozoso y seguro que cualquier otra estructura que viva con el miedo a ser desmontada o confrontada” (Naranjo, 2016. P 21).
El siguiente cuadro resume otros de los efectos positivos de las siguientes sustancias:
Otro punto relevante en este resurgir del estudio de los psiquedélicos es el reconocimiento acerca la importancia del set (la mentalidad de quien recibe la sustancia) el setting (el entorno físico y social) y la relación entre el facilitador con el paciente para la obtención de experiencias sanadoras y positivas. Del mismo modo, los recientes estudios clínicos han mostrado y confirmado que las investigaciones sobre psiquedélicos se pueden realizar con la misma rigurosidad y estándares con la que se realizan otras investigaciones médicas. No obstante, aún existen áreas por estudiar con mayor profundidad para la generación de conocimiento útil que sirva para la actualización de la psicología, la psiquiatría, estudios sobre adicción y psicofarmacología. Por otro lado, la limitada investigación de los psiquedélicos que existe hasta ahora, no solo ha aportado información acerca de los potenciales usos terapéuticos de estas sustancias, sino también ha mostrado que estas sustancias podrían ser económicamente viables para el tratamiento de afecciones mentales ya que la evidencia sugiere que, a diferencia de tratamientos tradicionales, los psiquedélicos requieren de intervenciones relativamente limitadas en tiempo.
Replanteemos contra quién va la “guerra contra las drogas”, ya que las sustancias que han sido fiscalizadas, como los psiquedélicos, han mostrado no sólo poseer posibles riesgos sino también potenciales usos terapéuticos que podrían mejorar significativamente la vida de 450 millones de personas que actualmente sufren afecciones mentales. A la par, demandemos la actualización y mejora del sistema de salud y exijamos mejores políticas de drogas -basadas en un enfoque de salud pública -que regulen el actual mercado ilegal de drogas y descriminalicen la posesión y uso de estas sustancias para facilitar y continuar con su investigación. Y, en especial, no olvidemos aquello de lo que Claudio Naranjo hace gran hincapié, “por muy importante que sea descriminalizar las drogas […]no bastaría con ponerle fin al prohibicionismo, sino que sería fundamental la formación de expertos guías de psiconautas que, como los chamanes de las culturas antiguas, fuesen capaces de proporcionales a la comunidad esas tan buscadas y provechosas experiencias de expansión de la conciencia, que ciertamente no interesan a todos pero sí a los buscadores, que constituyen algo así como un fermento de transformación sanadora. Ello […] requeriría que además de establecer centros de formación de terapeutas psicodélicos (o como quiera que se los llame), se les permitiera ejercer en el futuro, de manera que, […] pueda al menos abrirse para la comunidad un canal de uso legítimo a través de estos profesionales autorizados” (Naranjo, 2016, p. 34)
Bibliografía
Ben Sessa (2005) Can psychedelics have a role in psychiatry once again? British Journal of Psychiatry, vol. 186, pp. 457 – 458.
Claudio Naranjo (2016) Exploraciones Psicodélicas. Ediciones La Llave.
Kenneth W. Tupper, Evan Wood, Richard Yensen y Matthew W. Johnson (2015) Psychedelic medicine: a re-emerging therapeutic paradigm. Canadian Medical Association Journal, vol. 187, núm. 14, pp. 1054-1059.