Uma Diaz es partera independiente, doula, permacultora, activista por un nacimiento respetado, terapeuta psicodélica y una enamorada de las comunidades indígenas.
El feminismo psicodélico es un término acuñado por la fundadora de Cosmic Sister, Zoe Helene artista multidisciplinaria, ambientalista y activista.
Observé que en los últimos años diversas mujeres norte americanas y europeas se han pronunciado sobre chamanismo y terapia psicodélica, facilitando espacios o procesos ceremoniales y terapéuticos al rededor del mundo lo cual es un gran avance y un trabajo maravilloso.
Pero aquí en Latinoamérica es una realidad aún muy lejana para nosotras las mujeres, aún más para las mujeres de los pueblos indígenas; se ha invisibilizado el trabajo, el conocimiento y el gran aporte de las mujeres en este campo, como también se nos han negado muchos espacios de conocimiento, de exploración de la consciencia y de conocimientos sobre las plantas sagradas, terapia psicodélica y chamanismo; pero ¿por qué hablar de un movimiento de feminismo psicodélico en Latinoamérica? ¿Acaso las mujeres latinoamericanas experimentamos otras realidades? ¿Será que las mujeres latinas contamos con igualdad en este campo?
Es muy contradictorio que siendo Latinoamérica el origen de la expansión del uso de diferentes plantas sagradas o rituales, provenientes de diversos pueblos originarios, aún no se hable sobre la importancia de la igualdad en estos espacios y movimientos. Las mujeres latinas, y en especial las mujeres de los pueblos nativos, tenemos un camino mucho más arduo por recorrer, mayores desafíos que enfrentar, por lo cual promover o trabajar con respecto a este campo es necesario y fundamental.
Nosotras vivimos una realidad muy lejana, recién hemos ido iniciando de manera diversa, la defensa en solitario de participar en estos espacios de manera segura. Nosotras hemos tenido que vivir diversos abusos por líderes espirituales/chamánicos tradicionales o mestizos, desde abusos sexuales a abusos de poder, muchas mujeres desde la soledad trabajan denunciando los abusos, muchas de ellas perseguidas o acusadas por los grupos de seguidores de estos líderes incluso poniendo en duda la palabra de las víctimas, que en algunos casos son niñas, también vivimos una realidad muy lejana sobre la igualdad del reconocimiento del trabajo invisible y económico de las mujeres.
Los casos de abuso sexual y violaciones dentro de los líderes espirituales de todas las tradiciones religiosas del mundo existen, son un hecho. Desde sacerdotes, gurús, yoguis, predicadores, hasta el caso que nos concierne, médicos tradicionales indígenas y no indígenas, taitas, terapeutas, o líderes espirituales de la comunidad psicodélica.
¡Si, aún en estos espacios que romantizamos!
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En ese modelo no se reconoce la gran labor de las mujeres, desde esas abuelas en la Amazonía, que a diario se levantan a prender un fogón para cocinar, ir a la chacra a cosechar lo que han sembrado o ir al río en búsqueda de pesca o al lavado de las prendas de sus familias, ni su amplio conocimiento sobre herbolaria, medicina tradicional y el diálogo sutil que sostienen con su ecosistema, no se reconoce el trabajo que realizan a diario. Con sus manos todos los días preparan el alimento que nutre a esos taitas o chamanes que luego salen a las ciudades a facilitar ceremonias mientras ellas están en la selva cuidando el hogar y las crías, ese trabajo tan invisibilizado en todas las culturas que es el maternar. El trabajo invisible que hace realidad que la humanidad exista, que es el cuidado de las semillas, esa gran tarea de gestar, parir, lactar y criar las generaciones futuras, muchas de esas tareas invisibilizadas, a la sombra de un modelo patriarcal que solo vanagloria y remunera los arquetipos masculinos.
También debemos reconocer la tarea de todas esas mujeres mestizas que desde las ciudades acompañan a todos esos neo chamanes mestizos, asistiéndolos, cuidando y trabajando de manera gratuita, mientras ellos lucran en nombre de la apropiación cultural de los pueblos indígenas o todas esas mujeres que se les han negado la posibilidad de acceder a conocimientos o la posibilidad de facilitar espacios ceremoniales con plantas sagradas, ya que son los hombres los únicos con el derecho de hacerlo o de acceder a estos conocimientos.
Conocí muchas mujeres, terapeutas, abuelas, chamanas compañeras de líderes que nunca se les ha reconocido su trabajo, sus conocimientos y mucho menos han contado con una remuneración económica por su gran aporte.
¿Por qué es tan importante las mujeres en el renacimiento del uso de las plantas o de la terapia psicodélica?
Nuestras voces importan en todos los ámbitos de la vida y en este campo que cada día toma más fuerza a lo largo del mundo importa muchísimo, estos espacios tanto chamánicos o de terapia psicodélica asistida deben ser construidos de manera igualitaria e integrando nuestro conocimiento y nuestra voz para crear experiencias seguras.
Me atrevo a mencionar feminismo psicodélico latinoamericano con la intención de concientizar sobre la desigualdad y los riesgos que viven las mujeres en estos espacios, también en abogar por la relación tan sublime entre las mujeres y el planeta tierra, nuestros cuerpos femeninos guarda la sabiduría cíclica de la vida-muerte. Siglos de desprecio a la naturaleza y lo femenino nos han llevado al desastre ecológico en el nos encontramos como humanidad.
Lo femenino no está emergiendo para tomar poder, está emergiendo para restablecer el equilibro, y creo profundamente que las experiencias con plantas sagradas o terapia psicodélica puede ser una gran oportunidad para la construcción de una cultura ecológica donde se respete la vida del planeta.
El patriarcado tiene raíces tan profundas aún en esos círculos que tendemos a romantizar.
Las plantas sagradas y la terapia psicodélica puede revolucionar el mundo, pero no sin antes integrar a las mujeres.
Portada e ilustraciones interiores de Fernanda Cervantes