En el mundo del comercio responsable, una frase de uso común es aquella de que “el consumo es un acto político”, entendiendo con esto que nuestras decisiones sobre lo que consumimos, compramos, y a quién compramos tienen efecto sobre el mercado y favorecerían la construcción de relaciones comerciales alternativas más justas con el productor, el ambiente y el consumidor. Es una expresión que me gusta, porque ubica el acto del consumo en el campo de la decisión, y no de la acción pasiva que se le suele adjudicar.
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