Texto reproducido del blog oficial de la UMIYAC: http://umiyac.org/2018/03/06/congreso-plantas-sagradas-las-americas/
El vivir colectivo, ser parte de la madre naturaleza es el sentido de la existencia de las comunidades indígenas de nuestro país Colombia, de nuestro país México de nuestro continente América Latina.
El vivir colectivo es el calor nocturno de las fogatas donde yo, mis hermanos, mis amigos tomamos yagé, cantamos, oramos, lloramos, y nos reímos a carcajadas y soñamos un mundo sin injusticias, territorios incontaminados, comunidades sin
violencia, sin glifosato sin grupos armados legales o ilegales.
Un mundo donde también los indígenas, sean campesinos o profesionales, puedan convivir dignamente.
El vivir colectivo son las mingas de pensamiento, el trabajo comunitario, las fiestas culturales a las cuales mi mama, mi papa y mis abuelos me acostumbraron desde los primeros años de vida.
El vivir colectivo es sentir el territorio y defenderlo.
El vivir colectivo es construir nuestra autonomía, nuestros gobiernos y nuestras organizaciones según la Ley de origen y el Derecho Mayor o Derecho Propio.
500 años ininterrumpido de genocidiosguerras,
post-conflictos (plural)
religiones
iglesias
caucho,
petróleo,
coca,
minería,
política,
divisiones y peleas internas en las comunidades,
charlatanes vendiendo yagé y ofendiendo a los curacas o taitas mayores.
Y, a pesar de tanto atropello, aquí estamos, todavía dignos y dignas, todavía en
resistencia y perviviendo.
Gracias a nuestra medicina ambiwaska (conocida como ayahuasca) y con nuestros saberes ancestrales, los Taitas y las mujeres sabedoras nos ayudan a reconstruir los tejidos sociales lacerados por siglos de guerras y explotación.
Solamente por esta razón, gracias a nuestra fuerza espiritual, los pueblos amazónicos seguimos caminando la palabra, en lucha y en pervivencia.
La medicina del yagé es un camino de resistencia, de articulación entre comunidades y pueblos, un camino de revitalización cultural, de fortalecimiento organizativo y de fortalecimiento de los gobiernos propios y de la autonomía de los pueblos.
Todo esto es la medicina del yagé.
Con la medicina del yagé sanamos los territorios. Curamos las enfermedades de comuneros y comuneras y reconstruimos nuestras comunidades qua han sufrido y siguen sufriendo la barbaridad de la guerra.
Con la medicina del yagé defendemos los territorios del modelo económico extractivo según el cual todo se puede vender y todo tiene un precio – incluyendo la salud de nuestra madre, la naturaleza.
La ruptura violenta de las relaciones sociales, familiares y comunitarias, las amenazas, el exilio de lideres, y los asesinados, el desplazamiento forzado de millones de personas todo esto ha afectado de forma severa las colectividades, como el individuo a lo largo de Colombia.
En este contexto tan difícil y todavía violento, en el mal llamado posconflicto colombiano, los médicos tradicionales y las mujeres sabedoras de la Unión de Médicos Indígenas Yageceros de la Amazonía Colombiana (UMIYAC), ayudamos con la medicina del yagé a reconstruir los tejidos sociales y espirituales de nuestras regiones y comunidades.
Esto se hace organizando tomas en varios territorios, organizando brigadas de salud y propiciando las visitas a los abuelos curacas mayores.
El año pasado hicimos un acompañamiento al territorio de Yurayaco y la organización Tandachiridu Ingano Kuna. Unos meses después uno de los lideres de esta región Mario Jacanamijoy unos de los fundadores de la UMIYAC fue asesinado. Mario, como decenas de líderes indígenas y campesinos colombianos, perdió la vida por defender nuestras comunidades y los derechos de la madre tierra.
La salud de los pueblos y de la Madre Naturaleza es primariamente un asunto espiritual. En el marco de la autodeterminación, por la cultura y la educación propia; por respeto a los equilibrios ancestrales; y por la liberación de la Madre Tierra, a través de la medicina del yagé, hay que luchar para sanar personas enfermas, para sanar colectividades y para apoyar el fortalecimiento de organizaciones territoriales de gobierno propio. Esto dicen la Ley de origen, el Derecho Mayor o Derecho Propio.
Uno de los objetivos importante de la UMIYAC, por el cual estamos trabajando es crear un Centro Amazónico de Medicina Indígena Ancestral en Mocoa, Putumayo.
Simultáneamente queremos fortalecer los espacios ceremoniales o “casas de remedio” en los territorios de los cinco pueblos (Siona, Inga, Coreguaje, Kamëntšá, Cofán) representados en la organización.
Este proceso de construcción y resistencia implica la articulación entre comunidades, autoridades tradicionales y organizaciones de gobierno propio y se basa en procesos de revitalización cultural y de fortalecimiento de saberes ancestrales y practicas espirituales.
Estos procesos son urgentes y necesarios para detener lo que la Corte Constitucional de Colombia ha definido como un proceso de exterminio físico y cultural para 34 de los 102 pueblos indígenas de Colombia.
La pervivencia y el futuro de los pueblos indígenas y la integridad de los territorios dependen del éxito de esta labor colectiva y espiritual.
¿Qué es el Centro Amazónico de Medicina Indígena Ancestral?
Un lugar donde nuestros taitas (curanderos tradicionales) pueden tratar enfermedades utilizando el conocimiento ancestral de las plantas medicinales, sin tener que irse a trabajar a las ciudades lejos de sus territorios. Los viajes a las ciudades exponen los sabedores a mucha contaminación que puede dañar su conocimiento, su salud y sus capacidades curativas.
El Centro es un lugar donde nuestra gente indígena podrán participar en ceremonias de yagé con mayores curacas y recibir tratamientos.
Y, un lugar interétnico donde los mayores y los taitas de experiencia pueden enseñar y transmitir nuestra ciencia ancestral a las generaciones más jóvenes. Y un espacio de pensamiento e intercambio de experiencias para médicos tradicionales, académicos y científicos de varios países.
Les voy a decir algo sobre los curacas o taitas los abuelos sabedores de nuestras comunidades:
Los curacas, nuestros sabedores o médicos tradicionales, armonizan las relaciones sociales en las comunidades y curan las enfermedades.
Ellos y ellas (porque también hay mujeres) conocen el territorio y comunican con los espíritus de la madre naturaleza. Ellos sienten los sitos sagrados y las energías espirituales del territorio.
Cuando hay armonización en los territorios, los comuneros y las comuneras participan en las ceremonias de yagé, aportan en las mingas comunitarias, respetan la cultura, no caen en los vicios, en el alcohol, en la violencia familiar.
Los líderes indígenas que toman yagé, bajo la supervisión de los curacas, son menos susceptibles a la corrupción que domina muchas de las relaciones políticas en nuestro país.
La medicina del yagé es nuestro proceso de curación espiritual colectiva e individual.
Solo los abuelos curacas, los verdaderos sabedores pueden hacer curaciones y lidiar con los espíritus y las posesiones.
El camino de la medicina es un camino de humildad, el aprendizaje dura veinte, treinta, cuarenta o mas años y se pasa de una generación a otra.
Lamentablemente el negocio y el dinero alimentan el comercio de la medicina sagrada. Hay personas, indígenas y blancos que toman yagé por tres años o cuatro años, y ya se creen mas poderosos que los abuelos mayores. Estas personas viajan por
el mundo y reparten medicina generando lo que llamamos malas practicas.
Las malas practicas tienen graves consecuencias y pueden causar muchos daños en los pacientes y en los falsos taitas.
Como practicantes de la medicina y asociados a Unión de Médicos Indígenas Yageceros de la Amazonia Colombiana, es nuestro deber salvaguardar y fortalecer el territorio; fortalecer la cultura y fortalecer la medicina ancestral herencia de nuestros antepasados y patrimonio de las comunidades indígenas Amazónicas.
Cada vez que una hectárea de territorio cae en manos de la minería, de los madereros, de la industria de hidrocarburo, de los colonos o del narcotráfico, las comunidades indígenas y la humanidad, pierden conocimientos ancestrales importantísimo para todo el planeta.
La plaga que azota nuestros territorios se llama economía extractiva.
Este es el modelo económico que históricamente ha relacionado nuestras culturas con el “mundo de afuera”.
Extracción violenta o engañosa de nuestros recursos: fauna, flora, minerales, hidrocarburos y saberes, como es al caso de la industria farmacéutica y también de “antropología extractiva”.
Hay poderes e intereses económicos, como minería legal e ilegal, narcotráfico, industria de hidrocarburos y ganadería, que quieren tomar el control de la Amazonia colombiana.
Por esta razón, consideramos muy importantes los procesos de fortalecimiento de los pueblos originarios, de las organizaciones de base y de las asociaciones indígenas y campesinas, como es la Unión de Médicos Indígenas Yageceros de la Amazonía Colombiana (UMIYAC).
Como UMIYAC nuestra estrategia consiste en crear redes y construir alianzas con otras organizaciones, con la sociedad civil, con ONGs nacionales e internacionales – siempre y cuando estas relaciones sean respetuosa de nuestra autonomía. Cosa que no siempre ha pasado.
Nuestras organizaciones son una expresión de las leyes naturales de las comunidades indígenas.
Solamente con el fortalecimiento de las organizaciones de base, las comunidades indígenas pueden cumplir su rol de salvaguardar los territorios.
Ajijic, Jalisco,
México
Febrero, 2018