Patrimonialización de bienes culturales puede parecer, a un lector desavisado, que sea un tema muy distante de drogas o plantas sagradas. Con tantas legislaciones prohibicionistas y tantas batallas legales para los más diversos usos de plantas psicoactivas por el mundo, es posible entender que no sea una asociación simple. Pero o que venimos apurando en nuestras pesquisas, es que cada vez más la sociedad en general puede percibir estos usos de plantas alteradoras de conciencia como cultural y – naturalmente – esta percepción coloca los grupos envueltos en una nueva perspectiva, con nuevos argumentos, que incluso van a servirlos para garantir aquello uso. Principalmente cuando ocurre en comunidades tradicionales indígenas, los usos de las plantas psicoactivas ya venían siendo caracterizados como haciendo parte de sus culturas. La “novedad” para ayahuasca y jurema, las dos bebidas sagradas hechas de plantas psicoactivas que vengo observando en los últimos diez años en Brasil, son procesos legales de reconocimiento como bien cultural en contextos no indígenas.
La ayahuasca, como es más conocida la bebida hecha de Banisteriopsis caapi e Psychotria viridis (que es la receta más extendida por el mundo y reglamentada en Brasil), está presente en toda la Pan-Amazonia (región geográfica que cubierta partes de Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia, las Güianas y Suriname, además de Brasil), y en la cultura de los pueblos originales de estos países. Los chamanes o los vegetalistas hacen parte de lo imaginario amazónico. Pero en Brasil esta bebida ha generado “las tres religiones ayahuasqueras” como quedaran conocidas: Santo Daime, Barquinha e União do Vegetal. Estas religiones lograran la liberación de uso de ayahuasca para el contexto religioso y propagaran el uso ritual de ayahuasca por todo país y extranjero. Estoy acá haciendo resúmenes, pero los estudios acerca de ayahuasca y de estas religiones ya ganaran el mundo.
En nuestros estudios estivemos observando cómo estas comunidades religiosas fueran criando herramientas para salvaguardar sus historias, sus memorias, y articulando asociaciones con agentes del Estado. Podemos destacar, como la cumbre de todos estos procesos, lo pedido de registro del uso ritual de ayahuasca como patrimonio cultural inmaterial de Brasil en 2008. Registrando que en este mismo año, el Perú publicaba la “Declaración Patrimonio Cultural de la nación a los conocimientos y usos tradicionales del Ayahuasca practicados por comunidades nativas amazónicas” y que estos dos países tienen políticas culturales para garantir a salvaguarda de su patrimonio totalmente diferentes – en Brasil ya se completan diez años del proceso y no hay ninguna certeza de cómo será hecho este registro.
La política patrimonial brasileña es bastante fragmentada y exige que sea electo un bien para hacer lo registro. Pero la ayahuasca es muy compleja e encontrar un solo bien que sea representativo para todos los actores envueltos en esto proceso no fue posible hasta ahora. Lo Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional de Brasil en los próximos meses va organizar reuniones de presentación e consulta a las populaciones indígenas brasileñas, mismo que esos no estuviesen entre los primeros autores del pedido de registro, incluso estuvieran presentes en la Yubaka Hayrá – I Conferência Indígena da Ayahuasca con casi todas las etnias del estado de Acre en diciembre último en el Território Indígena Puyanawa en la cuidad de Mâncio Lima.
La jurema, también conocida por vino de jurema, es una bebida hecha con la casca de la raíz de esta árbol que en Brasil se llama jurema, tiene Mimosa hostilis como nombre científico, y se puede encontrarla crescendo en otros países además de Brasil como El Salvador, Honduras, Panamá, Colombia, Venezuela y México, adonde es usada por su carácter medicinal y conocida por tepezcohuite. Pero, en Brasil, es famosa mismo por sus efectos psicoactivos por cuenta de la gran cantidad de DMT que contiene. Su preparo es hecho normalmente con otro vegetal para que se acentue sus efectos, una vez que la jurema sola no tiene inhibidores da MAO, no obstante no hay una receta única, habiendo registros de uso de tipos de granadilla e otras plantas secretas en las comunidades indígenas, alcohol en contextos ligados a religiones brasileñas de matriz afroindígena y semillas de pergamo harmala en contextos no tradicionales.
Estos, incluso, son los tres contextos de uso que podemos organizar. A saber, el primer: las etnias indígenas del nordeste de Brasil, adonde prácticamente todas se utilizaban de esta planta, muchas perdieron estas prácticas con la colonización y catequización, pero se puede percibir un redescubrimiento y la utilización de la jurema en sus torés como argumento de la afirmación de sus culturas. El segundo: un uso religioso en la Jurema Sagrada, también conocida por Catimbó, expresión de la religiosidad originada en el encuentro de los negros esclavizados y sus descendientes y los indígenas nordestinos. La Jurema Sagrada tiene lastro en casa de Umbanda y mismo de Candomblés de nordeste, principalmente adonde fue fundada, en el estado de Paraíba. Y el tercero: los movimientos espirituales independientes que descubrieran la jurema y desenvolvieran sus trabajos mesclando, normalmente, elementos chamánicos, indígenas y de la matriz afrobrasileña a través de la Jurema Sagrada o de la Umbanda. No es una paisaje simple, acá, una vez más, estamos siendo breves.
Destacando los procesos patrimoniales que implican la jurema, puedo narrar el caso del “tombamento”, que es como se llama en Brasil el registro de un patrimonio material, del “terreiro” de la primera “juremeira” conocida por Maria do Acais – siendo Acais el nombre de lo sitio adonde la Jurema Sagrada se desenvolvió – registrado como patrimonio por el gobierno estadual de Paraíba en 2009, en la ciudad de Alhandra. Su proceso de salvaguardia no ocurre de modo satisfactorio en virtud del cuadro sociopolítico local: muchos prejuicios de una sociedad que hoy tiene mayoría evangélica y poca información acerca del proceso de “tombamento” e sus consecuencias. Así, podemos observar que logo después del gobernador haber signado lo decreto, el propietario de las tierras adonde estaban las ruinas de las construcciones de la familia de Maria do Acais y los pies de jurema dejados por ellos, he construido una pared e bloqueado la entrada que antes ocurriera para que los fieles dejasen ofertas a sus Mestres en los pies de jurema adonde fueran enterrados. Este caso puede ejemplificar las dificultades que este proceso tiene encontrado.
Acá he traído un poco de los contextos que estamos observando, percibiendo los actores que hacen las redes – sabiendo que en esas realidades tanto ayahuasca como jurema son actores bastante activos – y pudendo mirar las controversias. La herramienta patrimonial siendo apropiada por estas comunidades tradicionales y por los pueblos indígenas, trayendo un espacio de legitimación en esta sociedad tan cerrada a las plantas psicoactivas. No vemos embates fáciles pero se puede notar que el proceso de afirmación tiene tanto valor, o más, que un título recibido sin peleas.